viernes, 13 de enero de 2012

Marín - Un pasito del PAN, el gran salto de Isabel


Isabel Miranda de Wallace es, simplemente, encantadora.  
A partir del asesinato de su hijo Hugo Alberto (mediados de 2005), ha dedicado sus mejores afanes al combate del secuestro y la inseguridad pública.
Experta como se ha vuelto en asuntos de procuradurías y tribunales, Isabel encanta por la sencillez de su comportamiento y su confiable naturalidad al hablar.
Gustavo Madero tiene razón, comparándola con los panistas que aspiraban a ser postulados para el Gobierno del DF, al definirla como “más competitiva”.
Sin embargo, el fuerte de la señora, lo suyo lo suyo, es la seguridad pública y, si bien ésta es la principal responsabilidad de un gobernante, Isabel carece de experiencia de gobierno.
Otra mujer legendaria en la lucha por los desaparecidos en la llamada guerra sucia, Rosario Ibarra de Piedra, viuda también de hijo, hizo a un lado lo suyo lo suyo por la política y hasta soñó con alcanzar la Presidencia de la República.
No valió la pena para Rosario, quizá tampoco lo valga para Isabel.

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