sábado, 28 de enero de 2012

Rosario Robles - No se pueden cambiar las reglas... aunque se mueran de hambre



Insólito. El coordinador nacional de Oportunidades reconoce que 20 mil rarámuris han sido excluidos de los programas de apoyos alimenticios, energéticos, becas escolares y atención sanitaria. La sorpresa es mayor cuando señala que les quitaron 950 pesos mensuales porque no cumplen con las reglas de operación establecidas. Porque no actúan con corresponsabilidad. Vaya declaración. A estos hombres y mujeres que viven en condiciones de extrema pobreza se les aplican los lineamientos con guillotina, cuando a los más poderosos de este país se les permite evadir impuestos y se les rescata sin reparo alguno con recursos públicos cada vez que su avaricia los lleva a una situación crítica. Pero en la base de la pirámide es otra la perspectiva. Ni siquiera en la lógica de las migajas que representan los esquemas de transferencias monetarias caben estos mexicanos que, por ser indígenas, sufren una discriminación mayor. Lo increíble es que ni siquiera para esto haya imaginación, capacidad, vocación, compromiso de los encargados de estas políticas. Se eliminó a estos 20 mil rarámuris de los listados —dice el funcionario— porque no podían acudir a consulta dos veces a la semana como lo requiere la entrega de estos apoyos por la sencilla razón de que el hospital más cercano les queda a 12 horas de camino. Aduce que viven en comunidades muy alejadas y dispersas y constantemente cambian de hogar, por lo que sus empleados tendrían que dedicar 36 horas de camino para llegar hasta ellos. Ni pensar en dejar el confort y la comodidad de una oficina para prevenir, atender y evitar una tragedia como la que hoy se vive en esa región del país.
Pero el asunto es más de fondo. Por un lado tiene que ver con los esquemas de transferencias monetarias cuestionados por sus muy relativos alcances y porque al final de cuentas, después de dos décadas de aplicarse, no han logrado revertir la pobreza y la desigualdad que caracteriza a nuestro país, entre otras cosas porque las estrategias de desarrollo social se han limitado a estos esquemas y carecen de un enfoque integral relacionado con una economía productiva, la única capaz de contrarrestar la pobreza, redistribuir el ingreso, disminuir desigualdades y generar políticas de seguridad social universal. El problema radica también en la mediocridad de quienes tienen que ver con estas políticas, con su incapacidad de entender que el Estado es socialmente responsable de que todos los mexicanos, sin excepción alguna, puedan ejercer su derecho a vivir con dignidad. No pueden concebir formas alternativas para hacer llegar esos recursos. No pueden ni siquiera echar mano del enorme ejército de reserva que representan los jóvenes sin trabajo ni educación para obtener de ahí una fuerza social dedicada a aplicar programas de atención que los acerque a las comunidades, que les otorgue la responsabilidad de hacerles llegar los apoyos, que los comprometa con su país al tiempo que obtienen un ingreso para vivir. En el fondo, el origen de esta desnutrición y pobreza crónica está relacionado con la exclusión y la marginación los pueblos indígenas. Víctor Quintana, dirigente social y político, ubica a la perfección el momento del quiebre. No es de ahora. Es una historia que arranca desde hace mucho. Desde que los indígenas de la sierra tarahumara fueron arrojados a las regiones inhóspitas para expropiarles las tierras en las que vivían y que se caracterizan por contar con enormes recursos forestales y mineros que ahora son explotados para el beneficio privado de unos cuantos, incluso extranjeros. Porque a pesar de que ahí, donde ahora viven, nacen los caudalosos ríos que riegan las fértiles zonas agrícolas de Sonora y Sinaloa, esto no les representa a ellos ningún ingreso por servicios ambientales como en justicia debería ser. De ahí la imperiosa necesidad de darle un vistazo otra vez a los acuerdos de San Andrés, de volver a lo básico: el reconocimiento de los derechos de nuestros pueblos originarios. De lo contrario se seguirán muriendo de hambre mientras el gobierno construye millonarias estelas de luz.
Ser… o neceser
Demián Bichir, actor extraordinario y mexicano comprometido con su país, con su gente. Nos sentimos orgullosos de su más que merecida nominación. Enhorabuena.

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