Hugo García Michel. |
En el texto de marras, Bosque cuestiona el hecho de que por discutibles (y bastante sangronas) cuestiones de corrección política, al hablar y escribir se deba precisar siempre el género, aun a costa de la gramática. Cosas como que en lugar de decir “los alumnos de la UNAM” haya que precisar “los alumnos y las alumnas de la UNAM”, por ejemplo (desde ese punto de vista, el ínclito intelectual inorgánico Vicente Fox fue precursor en México de este tipo de expresiones con su “mexicanos y mexicanas”).
Al respecto, de tiempo atrás me ha parecido un tanto ridículo que a la mujer que hace poesía se le haya empezado a decir poeta en lugar de poetisa (proveniente del latín poetissa), sólo porque a algunas personas les sonó despectiva la terminación isa y pugnaron por “dignificar” a las hacedoras de poemas llamándolas con el otro término. No repararon, en su ignorancia del idioma, en que el despectivo de poeta es poetastro y que poetisa no significa desprecio alguno, por lo que es tan correcto como decir sacerdotisa (femenino de sacerdote) o profetisa (femenino de profeta). Cierto que por esas presiones en el diccionario de la RAE se define ahora a poeta como “persona que hace poesía” y esto abarca a hombres y mujeres, pero ello no significa que poetisa sea un despectivo (en El libro de estilo de El País, al referirse a la voz “poetisa” se afirma: “Femenino correcto de poeta”).
En fin, esto es sólo una muestra de la forma como la dichosa corrección política nos lleva a extremos tan absurdos como inquisitoriales. Signo de estos tiempos abominables de puros, puritanos y puristas.
http://twiter/hualgami
Leído en: http://impreso.milenio.com/node/9126759
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