viernes, 23 de marzo de 2012

Gómez Leyva - Cuidado, Ciro, desmesura y exceso son malos consejeros



Reproduzco la carta punzante, desmedida quizá, de Agustín Acosta, abogado de Florence Cassez, sobre mi artículo del lunes, “La banalidad del correctísimo ministro Zaldívar y sus amigos”. Cito:
“¿Banalidad? Calidad de lo trivial, común, insustancial. Así lo dice el diccionario. Escribes sobre la banalidad del correctísimo ministro Zaldívar. ¿De verdad eso crees, Ciro? Que el proyecto del ministro es trivial, común o insustancial.
“Aludes al texto de otro (Ramón Cota Meza), pero te respondo porque te respeto y aprecio. El tema de la banalidad viene del texto de Hannah Arendt sobre el juicio que el estado de Israel siguió a Adolf Eichman, burócrata de las SS, quien con mortífera eficiencia envió a miles de inocentes, la mayoría judíos, a los campos de exterminio. Cuidado, Ciro: el exceso y la desmesura son malos consejeros.
“¿Piensas que la coerción legal del ministro Zaldívar es comparable a la precisión ciega y homicida del tecnócrata nazi? (…) El proyecto del ministro es correcto. Lo es porque es fiel al juramento que asumió cuando aceptó ser juez de la Suprema Corte, el mismo Tribunal Constitucional que el año pasado anunció una nueva era de jurisprudencia, cuyo eje es tomarse en serio los derechos humanos de todos, y eso incluye los míos y los tuyos (…)
“En esta semana no he escuchado ningún argumento sólido que contradiga el proyecto. Cierro pues con Arendt: ‘La lección de la terrible banalidad del mal, ante la que las palabras y el pensamiento se sienten impotentes’.
“Hoy la estridencia busca acallar el pensamiento y el discurso jurídico. Entre el poder y la inteligencia, escojo la palabra, que será siempre un ropaje frente a la intemperie de un poder prepotente. Así lo pienso, aunque suene políticamente correcto”.

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