miércoles, 11 de abril de 2012

Sarmiento - AMLO y PEMEX

Todo director de una empresa pública o privada tiene obligación de generar el máximo valor posible. Para ello debe invertir en las actividades más rentables y prestar menos atención a las menos redituables o a las que generan pérdidas. 

Andrés Manuel López Obrador, sin embargo, parece tener una filosofía distinta. En su “nueva política energética” propone aumentar la inversión en el segmento menos rentable de la industria petrolera, la refinación, para eliminar gradualmente la actividad más redituable, la exportación de petróleo crudo. 

En su conferencia de prensa de este 9 de abril, el candidato de la izquierda reiteró su compromiso de construir cinco grandes refinerías. Éstas tendrían un costo de entre 500 mil millones y un billón de pesos, lo cual dejaría pocos recursos para algo más. Pero no importa porque, según Andrés Manuel: “Vamos a dejar de vender, de exportar gradualmente petróleo crudo y se procesará toda la materia prima, todo el petróleo crudo, para darle valor agregado y generar utilidades y empleos en el país”.

Esta simplista propuesta podría generar ternura, si no fuera tan potencialmente catastrófica. De hecho, en caso de aplicarse no sólo no generaría valor a los accionistas de Pemex y dueños del petróleo en el subsuelo, que somos los mexicanos, sino que lo reduciría. López Obrador y sus asesores económicos están actuando con una visión económica que quizá haya sido comprensible en la primera mitad del siglo XX, cuando la actividad más rentable era la industrial y los países desarrollados procesaban las materias primas de las naciones pobres; pero hoy las cosas son muy distintas. 

Cualquier especialista sabe que en la actualidad la actividad más rentable en la industria petrolera es la extracción y venta de crudo. El costo de extracción en México es apenas superior a los 5 dólares por barril. El precio en el mercado de exportación rebasa los 100 dólares. Es difícil encontrar productos que logren un precio de venta 19 veces superior a su costo de producción. 

Si bien el negocio del crudo es de dólares --y de grandes dólares--, el de la gasolina es de unos cuantos centavos por litro. Las principales razones son el elevado costo de la materia prima, el petróleo, y la enorme competencia en el mercado. En estos momentos, de hecho, uno puede comprar una refinería en el sureste de Estados Unidos por sólo un 10 por ciento de lo que costaría construir una nueva. El mercado está saturado. No sólo Pemex pierde dinero en la refinación y venta de gasolina: Virtualmente todas las empresas lo hacen. Si obtienen rendimientos, éstos son muy pequeños en comparación con sus inversiones. La refinación ni siquiera genera un número importante de empleos; es una actividad de alta inversión y poco uso de mano de obra. 

Si el propósito de Pemex es generar el máximo valor, la empresa debe concentrar sus esfuerzos en la producción de crudo. La refinación debe recibir solamente la inversión indispensable; de hecho, lo ideal sería dejarla en manos de empresas privadas con capacidad de obtener utilidades en un negocio sólo rentable con altos volúmenes y una gran eficiencia. Pemex debe invertir en actividades más rentables, en las que su ineficiencia y el exceso de personal que carga no pesan realmente. 

Cuando un político promete desinvertir en la exportación de crudo, la actividad más rentable de Pemex, para invertir en la refinación que pierde dinero, la única conclusión es que no entiende realmente cómo funciona la economía. 


CENSURA


La censura electoral está a tope. Ayer traté de obtener información en la página de Pemex sobre la producción de petróleo mientras que de la página de la Presidencia de la República quise recuperar el texto de una participación del presidente Calderón en el Foro Económico Mundial de enero en Davos. En ambos casos la información estaba censurada por la temporada electoral. 


Leído en http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/amlo-y-pemex

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