jueves, 31 de mayo de 2012

Carpinteyro - 13 y 2 = 132

Debemos hablar de las nuevas estrellas de la política. Estrellas sin dueño, que para desasosiego de las televisoras no son producto suyo ni forman parte de la pléyade a la que controlan: son estrellas reales y están reaccionando con valentía en contra de la manipulación mediática de la que hacen gala estos poderosos grupos.

El firmamento mexicano se ve iluminado con el grito unánime de una juventud que ha despertado a la política, y exige lo que los mexicanos debimos haber demandado siempre -la democratización de los medios masivos de comunicación. En 15 días, este "puñado" de estudiantes, "envenenados" e "intolerantes", han conseguido lo que muchos otros no pudimos: doblegar la arrogancia de las televisoras.

¿Quién hubiera podido vaticinar que un grupo de estudiantes, convertido en decenas de miles, muchos miles más que 132, pondrían contra la pared a Televisa y TV Azteca?

¿Cómo siquiera anticipar que el encubrimiento de los desaciertos y el ensalzamiento de la imagen del aparente candidato de las pantallas, cuando aplicado cínicamente a lo que estos jóvenes vieron y vivieron, detonaría un movimiento que día a día, y a paso veloz, va adquiriendo dimensiones hasta hace muy poco inimaginables?

El clamor de este movimiento estudiantil por la apertura mediática ha logrado convertir "las mentiras del sospechosismo y las teorías de la conspiración" en una realidad de la que todos hablan en la sobremesa, que ha forzado a las televisoras a hacer un esfuerzo por intentar revertir su imagen de tendenciosas y manipuladoras.

El movimiento de los 132 ha hecho posible que los señores de los cielos estrellados den marcha atrás en su intentona de intimidar y doblegar al Instituto Federal Electoral, por lo menos en lo que se refiere a los debates entre presidenciables. Y así, para disgusto de aquellos que incluso hoy defienden el derecho de las televisoras de transmitir lo que se les dé la gana, aun en contra de los objetivos por los que fueron conferidas concesiones a estos "negocios", el duo-monopolio se ha comprometido a transmitir el próximo debate; y hasta a hacerlo a través de sus principales canales: los canales 13 y 2.

La fuerza que va adquiriendo este movimiento ha cimbrado los cimientos de nuestra política en época electoral; y aunque las encuestas midan como mínimo su impacto en términos de intención de voto, cualquiera que sea el desenlace de la contienda del próximo 1o. de julio, los efectos irán mucho más allá.

¡Qué lástima que el presidente Felipe Calderón Hinojosa haya desperdiciado la oportunidad de ser el héroe de la telenovela! Pudo serlo pero se quedó en el camino por doblegarse ante el poder mediático de las televisoras, con tal de no ganarse su enemistad justo antes de las elecciones.

¡Qué vergonzoso que la actual legislatura se haya prestado a defender los intereses de estos poderosos grupos, obstaculizando la posibilidad real de la aparición de competencia, usando como excusa la interferencia del Ejecutivo en las facultades de la Comisión Federal de Telecomunicaciones!

¡Qué decepción que el Poder Judicial admitiera suspender la exigibilidad del decreto en tanto no fuera resuelta la controversia de fondo, sirviendo de instrumento para congelar la posibilidad de licitar dos nuevas cadenas de televisión abierta!

¡Qué cinismo que la Cofetel haya decidido dar marcha atrás a su decisión de publicar el programa de licitación de frecuencias para nuevas cadenas de televisión, dando cumplimiento al decreto del Ejecutivo convalidado por la Suprema Corte de Justicia después de más de un año, justificando su decisión en la opinión de la consejería jurídica de la Presidencia; qué ironía de las ironías sostuvo que es posible no dar cumplimiento a un decreto del Ejecutivo!

Hay quienes piensan que la aparición de nuevas cadenas de televisión comercial no resolverá el problema, puesto que existe el riesgo de que también caigan en el esquema de manipulación de la información. Pero el proceso de licitación va de la mano de la introducción de nuevas tecnologías, que permiten que en donde hoy se transmite un canal de programación se transmitan varios.

Esta posibilidad tecnológica, sumada a la obligación de los nuevos concesionarios de asignar un canal para la transmisión de la programación de la televisión del Estado, haría posible el sueño de tener, también, una televisión pública que llegue a todos los mexicanos.

El movimiento "Yo soy 132" apenas está naciendo y tiene un gran futuro. Ojalá que sea una fuerza transformadora que llegue hasta las últimas consecuencias y consiga aquello por lo que tantos luchamos: la pluralidad de medios y la democratización mediática y real de nuestro país.



Leído en http://www.reforma.com/editoriales/nacional/659/1317258/

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