miércoles, 23 de mayo de 2012

Froylan López - Marchantes políticos

Azoros, algarabías, enojos, suspicacias y desconciertos han sido expresiones que suscitaron y suscitan las marchas, preponderantemente de muchachadas de la Universidad Iberoamericana, de la Universidad Nacional Autónoma de México y, con algunas semejanzas, jóvenes de la Universidad michoacana principal, también con agregados del Instituto Politécnico Nacional y del mismo Tecnológico de Monterrey.

Perredistas y panistas conocidos estiman que estos movimientos efímeros, pero ya establecidos, y hasta programados, crecientes, serán definidores de las votaciones y elecciones del 1o. de julio. Expresiones de estudiantes, y amigos que les acompañan, se han dirigido contra Enrique Peña Nieto, el PRI, Televisa y Televisión Azteca. Las marchas no han sido multitudinarias, hasta la fecha.

Los vaticinios y consideraciones sobre su significado, origen y culminación son confusos, aunque es patente que convergen en repudios precisos, los más sobre personajes ahora mayores, televisoras de lucro, partidos, sobre todo el PRI y el PAN. No se equiparan del todo estos activismos circunstanciales, su jefatura, aunque en esto se asemejen a expresiones europeas y norteamericanas.

Porque hay festejos y reconocimiento del ejercicio de protesta y repudio, así Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador, se ha tratado de indiciar a estos políticos como inductores de las procesiones, mítines y alharacas justificables y sobre todo explicables. Por la presencia e identificación de un buen número de jóvenes, protestantes políticos, se entiende que revelan inconformidades, se diría, de índole ideográfica o señalativa, de nuevos mexicanos que, por lo menos, disfrutan patrocinio familiar, de su amparo y que cuentan con los haberes de su ímpetu y buena fe inexperta en las faenas reales del poder. No hay discernimiento de su clasificación social, no se les imputan actitudes de "pirrurris", ni mucho menos.

Salidor, como se dice de "entrones" que no dejan ocasión para hacerse notar o saber, Felipe Calderón virtió otro de sus dislates al considerar no han sido contra él las manifestaciones, como si los repudios contra la señora Vázquez Mota no fueran de su incumbencia o partido. Se le replicó prontamente: es que no tiene importancia, sino desfalleciente, sus restos como presidente legalizado. En menos de dos meses sus juicios no serán tomados en cuenta. Quizás en el grave conflicto entre militares del Ejército Nacional y su condición menor ante la Armada.

Los manifestantes juveniles leen, estudian, están ya atentos a los juegos de los centros de comunicación, de seguro en este día merecerán estimaciones o explicaciones de las causas de que "no lo pelen", como dicen los jóvenes; no solamente de hogaño, por cierto.

Al no haber identificación ni creencia de que las marchas y encuentros sean trama de partidos o políticos, no se piensa que estos activismos sean engendros de partido o agrupación política estable o añejada. Sobre todo a partir de 1968, no hay sectores juveniles o por lo menos de "Injuves" que agrupen, instruyan u orienten a los manifestantes. El reclutamiento de huestes juveniles partidarias es insignificante, desconocido generalmente, con ciudadanos "achamacados", lucradores como en el partido que se disfraza de verde, de ecologista; a pesar de que apareció por allí un elefante usado para hacerse notar, como Josefina con lo que sea atendible.

En otras partes del mundo, en países árabes, en Estados Unidos de América, las callejeadas políticas, las congregaciones, son novedosas, equívocas y apreciadas. Actúan sin definiciones plenas, de entraña ideológica, patrones marchitos así los marxismos periféricos de importación o resabios fascistas tal en la abatida Grecia.

De verificarse la posibilidad de definición, no se sobreviene que sean decisivos, no obstante sus anticipables influjos en la determinación y saldo comiciales de este año.

Está claro que, por ser estudiantes universitarios (aunque concurran también mocetones "ninis" o trabajadores y empleados), hasta el momento no vale afirmar que manifiesten, se quejen o denuesten, juventudes de pobres o clasemedieros humildes.

Aunque está rala, incipiente, la mayoría de los juveniles han obtenido que les "hagan la barba" algunos políticos que soñarían con su captura y aún militancia afín. Frescos, confundidos, infiltrados, alborotados, ilustrados, tendrán que encarar una etapa humana harta, enojada, impaciente y confundida.

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