viernes, 4 de mayo de 2012

Sergio Sarmiento - El debate.

Sergio Sarmiento

Andrés Manuel López Obrador tiene tan buenas razones para debatir ahora -y todas las veces que sea posible- como las tenía en 2006 para evadir los debates, al grado de que no se presentó al primero de los dos que se organizaron ese año.

En 2006 López Obrador se encontraba en primer lugar en las encuestas y estaba perdiendo terreno. La regla es que todo candidato que vaya en primer lugar en una contienda electoral debe evitar los debates porque en ellos tiene poco que ganar y sí mucho que perder. En este 2012 López Obrador viene del tercer lugar pero ha rebasado ya a Josefina Vázquez Mota en algunas encuestas y en otras está muy cerca de hacerlo. Éste es el momento preciso para consolidarse como la verdadera opción ante el puntero y atraer el voto antipriista, mucho del cual tradicionalmente es captado por el PAN.

La espotización de las campañas en este 2012, producto de la reforma electoral de 2007, protege como nunca al candidato que se encuentra en primer lugar. La avalancha de millones de spots de 30 segundos difícilmente puede convencer a alguien de cambiar su voto. En el mejor de los casos los anuncios se convierten en simple ruido ambiental o se nulifican entre sí. En el peor, generan reacciones negativas y promueven el abstencionismo, con lo que ayudan al puntero.

Los debates son la única oportunidad que ofrece esta campaña espotizada para cambiar el rumbo de la elección. Ya Andrés Manuel no puede tener los programas de media hora con los que contaba todas las mañanas en TV Azteca en 2006. Tampoco puede contratar los espacios prolongados de televisión nocturna en los que pudo hacer presentaciones detalladas de sus propuestas económicas y sociales. Por eso Andrés Manuel quiere hoy no uno sino muchos debates que le permitan pasar de la dictadura del spot a la explicación de fondo de sus propuestas.

Enrique Peña Nieto tiene tantas razones para no debatir, o más, de las que tenía López Obrador en 2006. Se encuentra para empezar en un cómodo primer lugar en las encuestas. Es difícil o imposible que la guerra de spots le haga mella. Ni siquiera los anuncios negativos del PAN le han quitado el sueño o algún punto en las encuestas. Por el contrario, le han permitido presentarse como conciliador que puede explicar que no responde a la guerra sucia de Acción Nacional porque eso sólo dividiría al país.

Muchos dan por hecho que Peña Nieto no podrá defenderse en un debate. Sus rivales han hecho correr la versión de que es incapaz de hablar sin teleprompter. Yo lo dudo. Lo he visto hablar con texto pero también improvisar en distintas ocasiones. Quizá no sea el mejor, pero tampoco es malo. No hay duda, sin embargo, de que en un debate la ventaja la tienen quienes vienen de atrás. Y esto lo saben Peña Nieto y su equipo de trabajo.

Josefina Vázquez Mota necesita también el debate. En este primer tercio de campaña, en vez de avanzar, ha perdido terreno. Ni siquiera su calidad de mujer le ha permitido distinguirse. En el debate podrá recurrir a esa habilidad verbal que ha tenido desde los tiempos en que daba conferencias en los foros empresariales. Pero el problema es que sus ideas son a menudo abstractas y llenas de lugares comunes. Eso quizá funcione en un discurso, pero no necesariamente en un debate.

En 1994, 2000 y 2006 los debates fueron cruciales para definir el rumbo de la elección. El de este domingo es más importante que nunca porque estas discusiones se convierten en la única oportunidad de escapar a la dictadura del spot creada por la reforma del 2007.

SUBSIDIO

El subsidio a la gasolina, que alcanzó los 55,400 millones de pesos en el primer trimestre según la Secretaría de Hacienda, va en camino de alcanzar un nuevo récord en este 2012. Es una vergüenza que un programa tan regresivo se haya convertido en el principal subsidio del gobierno en un país pobre como el nuestro.

Leído en: http://criteriohidalgo.com/notas.asp?id=90765

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, sean civilizados.