El rector José Narro Robles está preocupado. Muy preocupado. Lo ha compartido con su equipo más cercano, con quienes diseñan las políticas y posiciones desde la torre de Rectoría. Lo ha manifestado antes sus interlocutores habituales.
El doctor Narro no quiere terminar con la UNAM paralizada y por eso está en alerta de que la protesta estudiantil poselectoral desemboque precisamente en un escenario de huelga como el que tuvo que enfrentar su antecesor Francisco Barnés de Castro en 1999-2000 y que terminó dejándole una imagen política muy deteriorada de la que apenas se repuso despachando de subsecretario de Energía un sexenio después.
No son gratuitos los temores del rector:
1.- Su diagnóstico marca que el movimiento #YoSoy132 ha quedado claramente en manos del sector más radical de estudiantes y académicos de la UNAM y el Politécnico, asociada al a la más explosiva de la izquierda mexicana. Se basa en las recientes imágenes de viejos líderes de la huelga de 1999 (que ya hace trece años eran veteranos, como Alberto Pacheco “El Diablo” y Guadalupe Carrasco “La Pita”) participando activamente y en tramos dirigiendo la Asamblea de hace dos semanas en Atenco con estudiantes, luchadores sociales en defensa de la tierra, sindicalizados electricistas, integrantes de la oaxaqueña APPO y miembros del Frente Popular Francisco Villa, entre otros.
2.- En su análisis, el equipo de Narro calcula que Andrés Manuel López Obrador aprendió de los errores cometidos en 2006 y tiene claro que movilizaciones que paralicen a la ciudad y bloqueen avenidas importantes le restarían simpatía popular y por lo tanto la posibilidad de concentrar su protesta poselectoral en Ciudad Universitaria resulta atractiva porque no implica afectar directamente a la mayoría de los capitalinos pero le garantiza alto impacto político y mediático, y le permite delimitar su área de acción en el movimiento de jóvenes que coincide punto por punto con sus postulados.
3.- Si para algunos es motivo de tranquilidad que exista un bloque moderado fuerte cerca de López Obrador, conformado por Marcelo Ebrard, Manuel Camacho y Miguel Mancera, para Narro es otro foco de alerta. El razonamiento es sencillo: para ellos es también atractiva la opción de una movilización acotada geográficamente a las instalaciones de Ciudad Universitaria, que por tanto no sea un problema del Gobierno de la Ciudad de México (las vialidades fluirían sin contratiempo) sino de la Federación, ya sea panista saliente o priista entrante (un tema de educación pública, de parálisis en la máxima casa de estudios).
4.- Para completar el cuadro de fuerzas a las que conviene que la UNAM sea el epicentro del conflicto político aparece el emergente movimiento de rechazados de la UNAM, la UAM y el Politécnico, que ya se organiza, que de manera natural se ha acercado al #Yosoy132, participa en sus asambleas y que podría aportar decenas de miles de jóvenes enojados y dispuestos a protestar.
Fuente:http://www.vanguardia.com.mx/lapesadilladelrector-1342189-columna.html
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