lunes, 13 de agosto de 2012

Rafael Loret de Mola - Tres Grandes Pecados/ ¿Quién Mató a Acosta?

Rafael Loret de Mola

Desde luego, en la complicada maraña en la que se ha convertido el pulso entre quienes quieren blindarse con las instituciones y aquellos dispuestos a truncar el orden constitucional en apoyo de un presidente interino –un modelo, por cierto, que no es extraño en México-, muchas veces se olvida cuanto puede ocurrir con los llamados “grupos de presión” con suficiente candela como para poner en jaque a los órganos de gobierno. Además, hasta este momento, van ganando los segundos: de validarse la elección de Enrique Peña Nieto, éste tendrá un amargo arranque con el peso de los señalamientos negativos de dos tercios de la ciudadanía, cuando menos, casi en paralelismo con lo que ocurrió con Felipe Calderón hace seis años. Esto es, no importa si la ventaja entre el ungido ganador es de menos de medio punto porcentual o de seis y medio puntos cuando quien le sigue es Andrés Manuel López Obrador.


1.- El gran pecado de Peña ha sido ser demasiado complaciente con sus adversarios y dejar la voz a otros, tanto que, sin duda, la excesiva preocupación por la cercanía de Andrés Manuel, en las vísperas de la justa electoral, los hizo reaccionar con el viejo modelo de la distribución de despensas y tarjetas de débito, sobrepasando los límites de gastos impuestos por el IFE, convirtiéndose en nocivos para el juego electoral.
Pese a ello, reitero como también ya lo hizo Leonardo Valdés Zurita, consejero presidente del IFE, en reciente reunión a la que asistí, de acuerdo a la ley –a la que tanto mencionan López Obrador y sus esbirros-, tal abuso sólo da lugar a una sanción administrativa, no a la prisión, ni a la inhabilitación para el ejercicio de cargos públicos ni, mucho menos, para declarar la invalidez de los comicios. Y en esto radica el gran engaño de sus adversarios que el exceso de seguridad del priísta ha dejado crecer, lamentablemente.
2.- No existen, por tanto, salidas jurídicas para insistir en la validez de los comicios generales, pese a las irregularidades mencionadas. El tremendo pecado de los perredistas, y de Andrés Manuel, fue cruzarse de brazos para no prever tales conductas, endureciendo las coerciones mediante las reformas pertinentes, y detener, al mismo tiempo, la iniciativa presidencial en materia política que prevía, entre otras cosas, la segunda vuelta electoral para el caso de que ninguno de los aspirantes lograra la mayoría absoluta de los sufragios. De haberlo hecho, López Obrador, en vez de desacatar lo firmado en cuanto a que reconocería los resultados, estaría trabajando, y duro, para intentar superar su desventaja de seis puntos porcentuales, tratando de atraerse la voluntad de los panistas frustrados... con los que el PRD, por cierto, contrariando su historia ya se alió en 2010 y 2011, como también Andrés Manuel, feliz, le alzó la mano al siniestro represor, Manuel Bartlett Díaz –da asco hasta escribir su nombre-, olvidándose de los asesinatos de Francisco Ovando y Gil Heraldés, entre otros doscientos setenta líderes del Frente Democrático Nacional, cuando el citado personaje, chantajeando al extinto Miguel de la Madrid, no midió los alcances de su poder y arrasó con la izquierda. ¡Y ahora aparece como el gran redentor porque habla del petróleo!
La fotografía de los risueños López Obrador y Bartlett es toda una antología sobre la deslealtad de principios, el oportunismo barato y la colusión por intereses personales que nada tienen que ver con los de la sociedad mexicana, ni siquiera con los incondicionales a los pies del propio Andrés Manuel. ¿Recordará una antigua conversación, en casa de este columnista, en la que situó a Bartlett a la cabeza de los políticos más perversos de México, por encima de Roberto Madrazo –su enemigo de siempre- y Víctor Cervera cuyo cacicazgo sigue después de su muerte en Yucatán. Tanto Ivonne Ortega, la modelo por excelencia que usó el gobierno para promover prendas con la parafernalia de su primo Víctor, hijo del execrable muerto, como el flamante Rolando Zapata Bello, NO surgieron de entre los mejores sino por sendas, torpes imposiciones, la segunda por parte de los peñistas sin conocimientos acerca de la capacidad de respuesta de los yucatecos.
3.- El otro protagonista de la historia reciente, Felipe Calderón, sólo tiene una gran preocupación: contratarse para blindarse en la Universidad de Texas en donde, seguramente según él, estará mejor protegido que en cualquier ciudad de México; igual al simulador Ernesto Zeillo quien ahora, muy orondo, influye de manera determinante en la organización de los peñistas y la integración del futuro gabinete. Y, al parecer, hasta este momento –si bien las cosas pueden revertirse- va ganando por goleada a los “salinistas químicamente puros”.
Mientras Calderón busca refugio, Genaro García Luna, el truculento que rodeó al mandatario como si fuese una medusa, secretario de Seguridad Pública, proyecta sus contactos con Hillary Clinton, la misma declarante acerca de que el PRI sólo ganaría “sobre su cadáver” con pleno desconocimiento de causa. ¿Por qué se pronunció así, sabedora de que sus palabras significaban, en su calidad de secretaria de Estado en la Unión Americana, una severa infiltración de su gobierno contra la soberanía nacional?¿Quién responderá por ello?
No hay pecado mayor que el de permitir la compraventa de nuestra dignidad como nación soberana. Y, pese a ello, a los mandamases del norte, cada día más soberbios mientras el presidente Obama corre con su perro por los pasillos de la White House, les parece insuficiente cuanto le han dejado hacer los gobiernos panistas. Son muy avorazados y, por ende, quien llegue a la Primera Magistratura –Peña, lo más probable- tiene grandes espacios para negociar y también para cerrar algunas puertas –las rejas detrás de García Luna, por ejemplo-, para ir poniendo distancia de por medio. Sólo así comenzaremos a respirar, un poco, el aire de la tranquilidad aunque la violencia no se apague como un cerillo.
En fin, por desgracia, las cosas van de mal en peor. Un general amigo, confiable y derecho, me confió hace unos días:
--¿Qué puede haber una revuelta? Si ya estamos en ella.
--¿Tan grave observa la perspectiva, general?
--Sí. Y sólo te recuerdo: el ejército no reprime; está para restaurar el Estado de Derecho cuando los políticos causan el caos. ¡Qué no se nos culpe a nosotros ni por lo de Tlateloco... ni por cuanto pueda ocurrir!
La sangre se me heló pero no el cerebro. Confieso que me estremecí, sobre todo, porque no avizoramos cómo y cuándo puede parar la excitada convocatoria de López Obrador, quien sólo se equilibra mentalmente –como dijo Fernando Gutiérrez Barrios respecto a Salinas- cuando ejerce a plenitud el poder; si no lo tiene... pues hace lo que sabemos está haciendo.
Desde luego, entre algunos personajes de la izquierda existe el convencimiento de que cada día detenidos en la perspectiva actual y en espera del dictamen inatacable del TRIFE, es contrario a las posibilidad de reunificarse, hacerse fuertes con lo mucho conquistado y, sobre todo, empezan a andar hacia el 2018... con Andrés, el último líder popular –lo reconozco igual que otras virtudes suyas indiscutibles-, retirado, satisfecho, por lo tanto aportado a la vida democrática nacional: gracias a él, con sus incómodos plantones –en vez de una revuelta-, en 2006 la sangre no llegó al río, pese a la evidencia del fraude electoral a través de las maniobras de cuatro o cinco “laboratorios” regionales operados por el PAN de Calderón; no vaya a ser que su rencor hacia el PRI le coloque en otra posición, pese a sus llamados a favor de la no violencia. Tengo serias dudas al respecto; y de generarse una actitud belicosa habría traicionado cuanto en él ha sido encomiable, incluyendo su capacidad de levantarse de entre los muertos.
Debate
Al mismo general citado líneas arriba le disparé, lo más amigablemente que pude, una pregunta inquietante, cuando menos para mí y estoy cierto para mis lectores más agudos:
--¿Quién y por qué mataron al general Mario Acosta Chaparro –de setenta años, el pasado 22 de abril? Nuestro interlocutor guardó silencio por unos instantes, luego sonrió y, finalmente, en voz muy baja –lo que para mí es un verdadero desafío por los estragos de la edad-, respondió:
--Piensa en los “güeros” y en quien les sirve de puente...
Sin especificarlo, el señalamiento tenía que ver con la mancuerna Hillary-García Luna con enorme influencia en el Pentágono y la CIA. Pero, ¿por qué estorbaba tanto el general Acosta? Recuérdese que fue uno de los más activos militares durante la “guerra sucia” de los setenta –bajo la batuta de Echeverría, acosado por los mandos castrenses luego de las matanzas de Tlatelolco y el Jueves de Corpus, si bien exonerado del delito de genocidio por el que permaneció arraigado varios meses en su residencia de San Jerónimo. Perdió el juicio de la historia pero no su propio juicio. El caso es que el general Acosta Chaparro sabía demasiado sobre cómo se iniciaron los cárteles en México y bajo el calor de “padrinos” con nombres y apellidos.
Por eso mismo, en octubre de 2000, a punto de ser jubilado, fue acusado, lo mismo que el general Francisco Quiroz Hermosillo –quien murió preso-, por nexos con el narcotráfico. Y en 2007 salió de la cárcel tras que la Procuraduría de Justicia Militar declaró que no era posible acreditarle delitos contra la salud. Y entonces vino la otra parte de la vendetta, desde uno de los extremos en el que se ha dividido el mando castrense; el otro, pese a su edad, está comandado por el ex secretario de la Defensa Enrique Cervantes Aguirre... en el sexenio de Ernesto Zedillo. Aten cabos.
La Anécdota
Son sólo deducciones pero nos están hablando con doble lenguaje. Al conversar con Leonardo Valdés Zurita, y luego de sus conclusiones, le dije:
-Al salir de aquí, todos estaremos seguros de que el presidente electo será Enrique Peña Nieto.
El funcionario sonrió y alegó, claro, que deberíamos esperar aunque, por cuanto a sus deducciones, no dejaba lugar a dudas. Pese a ello, contra toda lógica, el IFE no sancionó el mensaje sobre “las pruebas del fraude” que, en sí, no sólo descalifica a las tiendas Soriana y a Banca Monex, sino también al PRI y su candidato... y al propio IFE. ¿Tiene esto algún sentido? Tal parece que quienes están en la mira desean cubrirse las espaldas.
E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com.mx

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