Si fuera equipo de futbol sería una alineación plagada de medios de contención y defensa súper reforzada (Dinos), que cifra sus esperanzas de futbol creativo en las habilidades de un joven prometedor a quien el 10 le podría quedarle grande (Videgaray).
No es el gabinete de chile y de dulce que le propusieron los head hunters a Fox, ni el grupo Montessori de Calderón integrado por sus amigos del cuarto de guerra. El equipo de Enrique Peña Nieto es una mezcla de pesos pesados en lo político y técnicos modernizantes en lo económico, diseñado para dos tareas urgentes: asegurar y mejorar la gobernabilidad e impulsar las reformas económicas. Uno a cargo de Miguel Ángel Osorio Chong (Gobernación) y otro de Luis Videgaray (Hacienda). Brillan por su ausencia los cuadros orientados a los temas de cambio social o reducción de la inequidad.
Comencemos por la economía. Videgaray, controla a un equipo formado por José Antonio Meade (Relaciones Exteriores), Emilio Lozoya (Pemex) e Ildelfonso Guajardo (Economía). Se trata de economistas formados en universidades del extranjero, muy jóvenes los dos primeros. Meade, quien había sido secretario de Hacienda tratará de hacer de la Cancillería un agente económico para la atracción de inversiones y la participación de México en los temas de la globalización. Esperemos que lo haga mejor que el intento de Fox con Luis Ernesto Derbez.
Llama la atención que Videgaray no haya podido colocar a sus piezas en otras carteras del gabinete económico. Algunas quedarán en manos de veteranos operadores políticos: Energía (Pedro Joaquín Coldwell, expresidente del PRI), Agricultura (Enrique Martínez, exgobernador de Coahuila), Comunicaciones y Transportes (Gerardo Ruiz Esparza), CFE (Francisco Rojas, salinista ex de muchas cosas) y Turismo en manos de Claudia Ruiz Massieu, sobrina de Salinas sin experiencia en el ramo. Mi impresión es que el Presidente prefirió pagar compromisos y contar con operadores políticos experimentados en áreas sensibles como Telecomunicaciones o Energía. Es notorio que el tema de Telecomunicaciones se lo reserva personalmente Peña Nieto, colocando a su exsecretario de comunicaciones en el gobierno de Edomex. El propio Presidente será el árbitro final entre el choque de Slim vs. Azcárraga-Salinas Pliego.
Con todo, es muy probable que Videgaray, como antes lo hizo Camilo Mouriño, sea clave en la designación de subsecretarios y cabezas de organismos paraestatales. El caso en el tema de energéticos lo ilustra: Joaquín Coldwell, con 62 años a cargo de la Secretaría, pero Emilio Lozoya, de 38, a cargo de Pemex. El primero con su veteranía capaz de arbitrar y negociar entuertos, pero el segundo, “hombre de Videgaray”, será el operador del petróleo.
En el gabinete político las cosas son más complejas. Miguel Ángel Osorio Chong no es Jesús Reyes Heroles, el arquitecto de la apertura desde Bucareli con López Portillo. El tema es preocupante porque como gobernador de Hidalgo no se caracterizó por sus dotes reformadoras. Con todo, habría que reconocer que ha sido un intérprete fiel de las necesidades del grupo: ha cedido y negociado cada que se lo han pedido. Tendrá menos autonomía que Videgaray en Hacienda, toda vez que la política es un tema que Peña Nieto y quienes le rodean prefieren tener al alcance de su mano. El tema de Seguridad Pública y Justicia está en plena conformación, pero Murillo Karam (PGR) y Manuel Mondragón (Secretaría de Seguridad Pública, o lo que quede de ella) son personalidades por sí mismos.
Llama la atención la ausencia de especialistas en los temas vinculados al sector social. Con Emilio Chuayffet en Educación y Rosario Robles en Sedesol, queda claro que prima el criterio político. Es sintomático, incluso, la designación de un personaje menor para Salud, dicho con todo respeto, la Dra. Mercedes Juan López (se había mencionado a Julio Frenk). Rosario Robles tiene experiencia en la administración pública y recientemente se dedicó a la formación de cuadros políticos para campañas electorales. Carece de experiencia en temas de pobreza o inequidad. Por el contrario, su actual pésima imagen con la izquierda no augura las mejores relaciones con ONGs y activistas que operan entre los sectores pauperizados. Y en cambio sí introduce sospechas del uso político electoral que podría tener, otra vez, la Sedesol.
Emilio Chuayffet tampoco es Vasconcelos. Pero se dice que sólo un tiburón como él sería capaz de enfrentarse a “La Maestra” Gordillo, mandamás del SNTE. Quizá, aunque el tema merecería una columna per se.
En resumen, un gabinete interesante. Más orientado al control político y a procesar las reformas económicas con estabilidad, que aliviar la situación social del otro 50% de la población. Un equipo diseñado para recibir pocos goles, que cifrará en Videgaray la posibilidad de anotar. ¿Podrá?
@jorgezepedap
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