miércoles, 30 de enero de 2013

Medina y el desastre en Nuevo León.

Por: Redacción / Sinembargo - enero 29 de 2013 - 0:00 Casa de citas - 

Nota de Arpegio, cambie el apellido de su Gober y el de su Estado y con un 80% de probabilidad el titulo aun es valido.

Rodrigo Medina de la Cruz tiene tres años poco más de tres meses en el cargo de Gobernador de Nuevo León. A la luz de sus resultados como mandatario de esa entidad, y si en México viviera de verdad un régimen democrático y de leyes, hace rato que los ciudadanos lo hubieran colocado en el desempleo. Luego de una campaña electoral llena de glamour, donde la imagen del priista joven –en ese entonces de 37 años–, guapo y bien vestido captó la atención de los reflectores gracias a la extensa difusión que tuvo por parte de las empresas Televisa y TV Azteca. 

En una columna, publicada el 30 de junio de 2009 por el diario Reforma, el fallecido periodista Miguel Ángel Granados Chapa ofreció una visión extraordinaria de lo que sucedería tres años después: “En un ensayo general de lo que será 2012 y la consumación de su proyecto de construir un Presidente, en Nuevo León Televisa parece haber fortalecido la figura del candidato priista Rodrigo Medina al punto de hacerlo Gobernador el 5 de julio. Al comienzo de la contienda, las encuestas coincidían en mostrar un empate entre el aspirante postulado por el Gobernador Natividad González Parás y el candidato panista Fernando Elizondo, quien a veces parecía tener ventaja sobre su antagonista. Pero la encuesta del Grupo Reforma del viernes pasado, mostró a Medina con 50 por ciento de las preferencias electorales mientras que Elizondo permanecía en 44 por ciento, 6 puntos que pueden ser muchos. 



La causa es la atención que la filial regiomontana de Televisa dio al antiguo secretario de Gobierno”. Gracias a ese bombardeo mediático, los neoleonenses le dieron su apoyo en las urnas con la esperanza de un cambio drástico a la situación económica y social de la entidad. Pero los meses pasaron y nada… Lo único que creció en el estado fue la inseguridad y la violencia. Tanto así que muchos ciudadanos –los que pueden y cuentan con recursos– han migrado, y lo siguen haciendo, lo mismo hacia el Distrito Federal y Querétaro, que a Houston, McAllen y San Antonio, en Texas, por mencionar algunas de las ciudades que, ahora, son lugares de residencia de neoleonenses. 

En 2011 –ya cuando Nuevo León se había convertido en uno de los estados más violentos del país–, se comentaba en la prensa local y nacional, que el gobernador Medina de la Cruz radicaba con su esposa e hijos en la fronteriza de McAllen y, desde allá, despachaba por teléfono los asuntos del estado. Como ejemplo queda lo sucedido el 25 de agosto de 2011, cuando un ataque de un comando del Cártel de Los Zetas incendió el Casino Royale, en Monterrey. Ahí perdieron la 52 personas, lo que indignó no sólo a la sociedad de esa entidad sino a todo México. Pero quien fuera llamado en la campaña electoral de 2009 el “Golden boy” –prácticamente un símil de Peña Nieto y con un amplio futuro político– estaba en McAllen y llegó a Monterrey pasadas las cinco de la tarde. Dicen los que lo conocen bien que, desde entonces, ya vive en la capital del estado. 

Sin embargo, su permanencia en esa ciudad no ha sido garante para que las cosas vayan mejor. Desde 2010, incluso, las peticiones sociales para que renuncie se han hecho cada vez mayores. Los argumentos de los ciudadanos se acumulan: no quieren más balaceras en las calles, ejecuciones, secuestros, fugas de penales y narcofosas –como la encontrada ayer en el municipio de Mina, donde presuntamente fueron ejecutados los músicos del grupo Kombo Kolombia–; no más muertes de inocentes ni desaparecidos, sean a manos de delincuentes o de integrantes de las policías locales o incluso de la Marina y el Ejército, como se ha documentado y denunciado. Pero tampoco quieren corrupción, inexistencia de programas sociales, gastos excesivos en publicidad y fuga de inversiones de la entidad. 

Para colmo, Rodrigo Medina ni siquiera fue capaz de mostrarse como un buen operador político en la elección federal de julio de 2012. Sus acciones e inacciones, no han hecho sino exacerbar el rechazo de los neoleonenses al Partido Revolucionario Institucional (PRI) y su otrora amigo Peña Nieto no pierde de vista los vergonzosos resultados del pasado 2 de julio. La estrategia electoral de Medina de la Cruz en Nuevo León hizo que EPN perdiera ahí frente a la candidata del Partido Acción Nacional (PAN), Josefina Vázquez Mota. 

Pero, además, el PRI perdió la alcaldía de Monterrey, que buscaba entonces ni más ni menos que el compadre del ahora Presidente de la República, Felipe Enríquez Hernández. Por su fuera poco, el blanquiazul le arrebató al tricolor la mayoría en el Congreso del Estado y, como cereza del pastel, organizaciones netamente priistas, como la Confederación de Trabajadores de México (CTM), le dieron la espalda. 

En resumen, Nuevo León bajo la administración de Rodrigo Medina de la Cruz es un desastre. Mientras los muertos y desaparecidos se reportan todos los días en la entidad y queda claro que los cárteles de El Golfo y de Los Zetas son dueños de las acciones, la imagen y el futuro político del ahora muy descarapelado “Golden boy” del PRI se reduce al desprestigio.

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