Desde septiembre de 2011, cuando aún era senador de la República, el panista guanajuatense Luis Alberto Villarreal, junto con su hermano Ricardo Villarreal, en ese entonces sin cargo público alguno, fueron señalados con elementos documentales por su vinculación con un casino abierto en León, donde no sólo se ofrecían juegos de azar en máquinas tragamonedas, sino mesas de póker, black jack y ruleta.
La denuncia periodística, publicada el 31 de agosto de 2011, fue producto de una investigación del portal Zona Franca (http://www.zonafranca.mx/protegido-por-el-senador-villareal-y-ricardo-sheffield-el-casino-mas-lujoso-de-leon/), la cual señalaba la composición accionaria de Grupo Win, operador del casino Grand, donde aparecían el hermano, un primo y un amigo de la infancia de Luis Alberto Villarreal.
Allí se señalaba que fueron las influencias de Villarreal, quien se cuidó de no aparecer personalmente, las que propiciaron las facilidades otorgadas por su compañero de andanzas políticas, el alcalde leonés Ricardo Sheffield, las que permitieron allanar las autorizaciones municipales.
El reportaje motivó deslindes y aclaraciones. Sheffield clausuró el casino de marras por unos cuantos días para simular una toma de distancia, pretextando argumentos de protección civil. Villarreal negó que él o su hermano Ricardo tuvieran nada que ver con casinos, como lo hace ahora de nueva cuenta, al resurgir el tema.
Una profundización en la investigación de Zona Franca, publicada el 5 de octubre, puso en evidencia la flagrante mentira de Luis Alberto Villarreal, al probarse de manera clara y contundente la vinculación de su hermano Ricardo, con el negocio de los casinos a través de una relación nada casual: el financiamiento de la instalación del casino Grand de León.
En ese reportaje, realizado por el entonces jefe de contenidos de Zona Franca, Martín Diego Rodríguez (http://www.zonafranca.mx/ricardo-villarreal-el-soporte-financiero-de-grand-casino-en-evidencia-su-hermano-el-senador/), se probó mediante una serie de escrituras públicas debidamente validadas en el registro público de la propiedad de Guanajuato, que Ricardo Villarreal avaló con terrenos y casas de su propiedad los créditos necesarios para equipar el casino e iniciar su operación.
Quizá por eso, el tono de voz el coordinador panista Luis Alberto Villarreal se escuchaba tembloroso y poco convincente cuando este miércoles negaba “cualquier relación” suya o de su hermano con los casinos. Si un vínculo es aún incluso más delicado que la aparición en un acta constitutiva, es el nexo financiero.
Dificilmente veo a un experto abogado litigante como Ricardo Villareal ofreciendo un aval con bienes personales a un negocio en el que no tuviese interés.
De cualquier manera, queda claro que en el PAN nada pasará ni por las mentiras de Villarreal ni por el muy probable uso del tráfico de influencia, desde los cargos que ha ocupado, para propiciar un negocio de sus familiares, que mantiene serias dudas en la legalidad de su operación, principalmente a causa del método para obtener el permiso bajo el cual funciona.
Para probarlo, allí está la declaración del dirigente estatal de ese partido, Gerardo Trujillo, quien salió a decir este mismos miércoles que él no tenía ninguna prueba de que Villarreal poseyera un casino o no y que aunque lo tuviera nada tendría de malo, mientra no hubiera cometido ningún ilícito. (http://www.zonafranca.mx/ricardo-villarreal-puede-tener-casino-mientras-no-se-compruebe-algun-ilicito-gerardo-trujillo/)
Es el mismo dirigente que en septiembre de 2011, ante la primera eclosión de este tema, aseguró que investigaría el asunto: “Se está checando, se va a investigar exactamente como está el asunto de que se llevó a cabo la autorización, sobre todo la autorización de la operación del casino.” (http://www.zonafranca.mx/el-pan-no-solapa-a-nadie-dirigente-estatal-del-pan/)
Atrapado en un derrumbe moral, donde el poder fue utilizado para negocios y solapamiento de la ley, el panismo no sabe hoy como reaccionar, ni siquiera ante la evidente crisis propiciada por la pérdida de la presidencia de la República.
Queda claro que, ya sin el poder pero sí con las secuelas de los abusos, torpezas y saqueos que cometieron en él, los panistas difícilmente lograran reencauzarse como una opción política creíble si ni siquiera pueden reconocer aquello en lo que evidentemente se equivocaron, por decir lo menos.
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