lunes, 28 de enero de 2013

René Delgado: Piramidación de errores


Recomendacion de Ramn. "les comparto un artículo, es de actualidad y trata de poner los puntos sobre las "íes" respecto al tema de moda y que tanta ámpulas ha levantado, además de que ha servido para mascarar otros temas de más interés en la política a la mexicana".
26 de enero de 2013  09:32
RENÉ DELGADO

Expuesta está la divisa que, a la postre, selló el estilo personal de Vicente Fox y Felipe Calderón: hacer del error un problema y del problema una crisis.

Como minas no detonadas, muchos de sus errores estallan hoy como crisis. El uso perverso de la procuración de justicia como ariete para golpear adversarios o como espectáculo para el lucimiento personal terminó por estallar y cimbró el edificio de la impartición de justicia. El capricho de recompensar a leales y amigos en puestos por ellos desconocidos sacudió al Instituto Federal de Acceso a la Información.

La inversión supuesta en toda alternancia derivó en gasto sin dividendos para la democracia y el Estado de derecho: la curva de aprendizaje quedó insatisfecha a lo largo de 12 años, los aprendices no se graduaron como brujos aunque ahora aparezcan como conferencistas o becarios. Fox y Calderón frustraron la posibilidad de convertir la alternancia en alternativa y lastimaron instituciones fundamentales de la República.

Salvan la semana quienes, pese a la confusión reinante y a costa de su prestigio, buscan rescatar esas instituciones. Esos pocos, víctimas hoy de una absurda satanización, reivindican el valor de cumplir con el deber sin someterse al dictado de la popularidad. Es preciso reconocerlos, acompañarlos en el esfuerzo y evitar que las rectificaciones se conviertan en moda temporal de un nuevo sexenio.


Irrita perder energía en resolver crisis que arrancaron como errores susceptibles de corrección y dedicar tiempo a reponer el valor de la justicia sobre el despropósito de la venganza. Irrita que los verdaderos responsables del enredo gocen de impunidad y se señale a quienes enmiendan sus yerros como culpables de lo ocurrido.

En la subcultura de la venganza y la de impartir justicia a partir de un show televisivo, ahora resulta que los ministros Olga Sánchez Cordero, Arturo Zaldívar y Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena son los culpables de la liberación de una secuestradora. ¡Por favor! La claque patrocinada por Felipe Calderón alienta el linchamiento de los ministros, pero ni pío dice del policía elevado a rango de secretario de Estado consentido, que fue Genaro García Luna, el eslabón que hermana a Fox y Calderón.

Si alguien liberó a Florence Cassez fue su captor, Genaro García Luna, cuya impunidad no debe amparar el nuevo gobierno. En la manía de hacer del combate al crimen un espectáculo de lucimiento personal y garantía para guardar el puesto, el policía vulneró en más de un caso la posibilidad de impartir justicia y, sobre todo, de reivindicar a las víctimas. En ese juego, García Luna le extendió por adelantado su boleta de liberación a Cassez. Las faltas al debido proceso anularon la posibilidad de juzgar la inocencia o la culpabilidad de ese personaje que, ahora, en otro exceso, el presidente François Hollande recibe como heroína sin saber si se está echando una villana al pecho.

Si alguien debe responder por la liberación de Cassez, no son los ministros, es Genaro García Luna y su padrino, el aprendiz de brujo becado de Harvard, Felipe Calderón.
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La próxima crisis a punto de estallar, quizá, sea el caso armado por el Ejército, la ex procuradora Marisela Morales y el juez Raúl Valerio en contra del general Tomás Ángeles y otros militares.

El Ejército detuvo a sus compañeros de armas por supuestos vínculos con narcotraficantes, la procuradora los arraigó y los consignó ante el juez que, verdaderamente a ciegas, les dictó auto de formal prisión. Ahora resulta que las pruebas del dicho de los testigos protegidos -léase comprados- nomás no existen y, de seguro, se señalará al alcalde de la prisión como el responsable de ponerlos en libertad. ¿No deben una explicación el general ex secretario Guillermo Galván, la ex procuradora Morales, el juez Valerio y el ex comandante supremo en relación con ese juicio montado en un castillo de naipes?

Grave privar de la libertad a cualquier persona a partir de dichos y presunciones sin sustento, pero más grave  abusar desde la cúspide del poder de figuras jurídicas -como el arraigo y los testigos protegidos- para indiciar a personas que, a la postre, quedan en libertad. No basta la promesa de que ahora se actuará con pulcritud, es menester proceder contra quienes, bajo la bandera de hacer cumplir la ley, la violaron hasta vulnerar el Estado de derecho.
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Esos asuntos dejan como fuego de artificio la crisis del Instituto Federal de Acceso a la Información, una institución joven, central en la consolidación de la democracia.

Ahí, el error del calderonismo de colocar a leales y amigos en puestos por ellos desconocidos deriva ahora en crisis. Con toda oportunidad, se advirtió que postular como comisionada a Sigrid Artz era un contrasentido: pasar de consejera presidencial en seguridad nacional a comisionada federal para abrir información era tanto como certificar de paracaidista a un buzo profesional. No es lo mismo guardar información que abrirla al público. Poco importó, el Senado avaló el capricho presidencial.

Luego, vino el nombramiento de ese caballero presuntamente dormilón, Gerardo Laveaga. ¿Cómo llegó ahí? Como premio de Felipe Calderón por rendirle culto. A raíz de la acusación en contra del ex mandatario presentada en la Corte Penal Internacional, Laveaga salió a defenderlo tanto en la prensa (Enfoque, 6 de noviembre de 2011) como en la radio con Carmen Aristegui. El detalle halagó a Calderón y quiso recompensar al compañero de escuela que nunca consideró, se le ofreció ocupar un mejor cargo que el que tenía en el Inacipe.

Hasta donde se sabe, Laveaga rechazó una subsecretaría de Estado y también la fiscalía especializada en delitos electorales, pero cuando le ofrecieron postularlo como comisionado del IFAI, la idea le gustó. De nuevo se advirtió que a Laveaga no se le daba eso de transparentar las cosas, pero al Senado le dio igual.

Hoy, el instituto está en crisis: con un flamante presidente desacreditado y una comisionada aficionada, más que a informar, a espiar a sus compañeros. Quién es el culpable de que, ahora, todo eso se sepa: ¡el comisionado Ángel Trinidad! ¿En serio?

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En esta piramidación de errores faltaría señalar el voto de los consejeros electorales Leonardo Valdés, Macarita Elizondo, Marco Antonio Baños, Francisco Guerrero y ese personajazo que es Sergio García para exonerar al PRI de la multa propuesta por el caso Monex. Pero, bueno, en esto de piramidar errores también hay sinvergüenzas, voluntarios, interesados y contorsionistas.

Lo importante en todo caso es tener claridad en quiénes están por el rescate de las instituciones, quiénes por su deterioro y evitar que las rectificaciones sean moda de arranque de un nuevo sexenio.


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