La izquierda mexicana –perredistas, chuchistas, amlistas, ebrardistas– jamás aceptará que Rosario Robles fue una mejor Alcaldesa de la Ciudad de México que Cuauhtémoc Cárdenas. No digo que una mejor persona: digo, claramente, mejor Alcaldesa. Cárdenas quería la candidatura presidencial y trabajaba en eso; la señora, en cambio, sabía que estaba en una de esas oportunidades que da la vida de vez en cuando.
Poco después de un desempeño nada menospreciable, Robles se vio involucrada en un escándalo de corrupción que debió inhabilitarla de por vida. Ahora encaja perfectamente, como se puede ver, en el gabinete de Enrique Peña Nieto. Es una con los otros.
Lo que la izquierda sí aceptará, es que Andrés Manuel López Obrador fue mejor Jefe de Gobierno que la señora Robles. Y lo aceptará porque es verdad. Con todo lo que se dijo de AMLO, la ciudad sufrió una transformación que envidiaría cualquier entidad. Sí, hubo muchos escándalos y el personaje es polémico, pero construyó la base de la ciudad que vendría con Marcelo Ebrard.
Pocos negarán que Ebrard fue mejor Alcalde que López Obrador. Dio continuidad a los programas exitosos de la ciudad y hasta los fortaleció. Mantuvo una relación tensa –como exigía el momento– con Felipe Calderón pero se alejó de los escándalos y se compró una agenda progresista de la que todavía disfrutamos los que vivimos en la capital. Mejor Alcalde que AMLO, sí.
Rosario mejor que Cuauhtémoc, Andrés Manuel mejor que Rosario, Marcelo mejor que AMLO. No ignoro a Alejandro Encinas; simplemente creo que estuvo demasiado poco tiempo al frente, y en un periodo de turbulencia política. Tampoco considero a Cárdenas como el peor; lo prefiero a él que a un Emilio González Márquez, por ejemplo, o un Rafael Moreno Valle. Simplemente refiero que cada uno fue mejor que su antecesor, y eso se le nota a la ciudad.
Ahora, ¿podrá Miguel Mancera superar a Marcelo Ebrard y mantener esa tendencia de los últimos casi 20 años en la capital de México? ¿Podrá Mancera? ¿En verdad podrá? Claro que todavía puede: tiene casi enteros sus seis años. El problema es que el cómo lo hará, todavía no lo conocemos. Se sabe que lleva una vida social muy parecida a la del niño frívolo y bobo que gobierna Chiapas, Manuel Velasco. Se sabe que el estilo de Mancera coquetea más con el de Peña Nieto que con el de sus antecesores: mucha tele, muchos actos públicos vacuos y fotos inaugurando aquí y allá. Pero la gran obra de Mancera, las grandes decisiones, por ejemplo, todavía no las conocemos.
Sin embargo, la izquierda partidista (el PRD de “Los Chuchos”) lo ha arropado. Está cerca de él, lo cuida, lo acaricia y le tiende su camita. Saben que él le conviene más a su PRD que el mismo Marcelo Ebrard. Y poco a poco, Mancera, quien todavía no mide el tamaño del tigre que se ganó, se lo ha creído.
Porque Ebrard ya no le conviene a “Los Chuchos”. De ser un activo político importante, ahora es una amenaza a sus intereses (soltarle el partido significaría ceder el poder, algo que “Los Chuchos” no saben hacer). En cambio, Mancera es muy cómodo; alguien diría que incluso “manipulable”. ¿Para qué Ebrard? Mejor Mancera.
¿Miguel Mancera para 2018? Pues sí. Claro que sí. Es mucho más cómodo, para el actual PRD, que Ebrard.
Lo que no está claro aún es cuáles credenciales llevará Mancera en 2018, a una eventual candidatura presidencial. Le falta gobernar, primero. Le falta decirnos qué hará para ser mejor que Ebrard, quien fue mejor que AMLO, quien fue mejor que Rosario, quien fue mejor que Cárdenas.
@paezvarela
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, sean civilizados.