El tabasqueño Andrés Manuel López Obrador cumple a cabalidad con su papel de único opositor del régimen en turno, ya sea porque los perredistas están divididos y porque los panistas se encuentran diezmados. Esa es una postura positiva. Sin embargo, el tabasqueño suele caer en contradicciones muy notorias sólo por el simple afán de seguirse manteniendo en sus cuatro.
Algunos casos recientes demuestran a las claras lo contradictorio de AMLO en su posición de ir en contra de todo, aun cuando se trate de temas que, en su momento, él ha censurado. O sea: está bien cuando él lo dice, pero está mal cuando lo hacen notar otros.
Van algunos ejemplos: consideraba López Obrador a Elba Esther Gordillo una mujer sin escrúpulos a la que Peña Nieto nombraría titular de la Secretaría de Educación Pública. Cuando a la bendita mujer la detuvieron y la encarcelaron, acusada de embolsarse 2 mil 600 millones de pesos que no eran suyos, de inmediato cambió El Peje su discurso.
Durante años, el mesías tropical acusaba al duopolio Televisa-TV Azteca como parte de los poderes fácticos que se habían confabulado para evitar que él llegara a la presidencia; sin embargo, ahora que existe la posibilidad de que haya dos canales nacionales de señal abierta, se lanza abiertamente en contra de la reforma constitucional correspondiente.
Su propia oposición a que haya inversión privada en Pemex (que maneja como la privatización, lo que es falso) es simple bandera para engañar incautos, pues su plan de gobierno contemplaba la participación de la IP en la paraestatal. Atrás había quedado la frase que le atribuyen: “que se hunda Pemex; ya lo rescataré cuando sea presidente”.
Ahora que se vislumbra la posibilidad de que Pemex tenga inversión privada, como ocurre con la brasileña Petrobras, con la española Repsol y algunas otras de países latinoamericanos, al “guía moral y espiritual” de los pejezombis ya no le parece nada bien la idea.
Insisto: López Obrador ve bien las cosas sólo cuando él las propone; si lo hace otro, están mal. O sea: su oposición ya es por sistema, sin tener la honradez de admitir cuando alguna medida es positiva. Aquí es donde le fallan los asesores al tabasqueño: su visión es tan corta que lo descalifica como la única oposición de izquierda real en México.
A todo esto, yo pongo en duda que AMLO sea un hombre de auténtica izquierda, como se jacta en hacerlo notar a la menor provocación, porque durante su gobierno en el Distrito Federal no hizo algo que demostrara que el suyo era un gobierno que enarbolaba la bandera de izquierda.
Es curioso que un tipo como Marcelo Ebrard, con todo y lo repulsivo que resulte por ser un chaquetero de la política, haya hecho más como izquierdista que López Obrador en su momento. Veamos: la unión de las parejas gay se formalizó en el periodo marcelista, lo mismo que se despenalizó el aborto, banderas que enarbola la izquierda en cualquier lugar del mundo.
Durante su periodo (2000-2005), AMLO no le movió al asunto de las bodas entre parejas del mismo sexo y mucho menos al de la despenalización del aborto, pues al final de cuentas él sí es un personaje conservador, es decir, de derecha. Nadie le critica su postura conservadora en esos dos rubros al tabasqueño, pero por lo menos no debe ser tan contradictorio en sus posicionamientos que ahora hace desde la comodidad de su cuenta de twitter.
Por lo demás, como figura pública que es, El Peje seguirá siendo objeto de críticas y elogios a partes iguales, aunque sus feligreses –que ya hasta le atribuyen milagros— quisieran tenerlo en un nicho donde no le pegue ni el aire. Vamos, igualito que el rulfiano Anacleto Morones.
Leído en http://www.sdpnoticias.com/columnas/2013/03/16/las-contradicciones-de-lopez-obrador
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