domingo, 24 de marzo de 2013

Riva Palacio - Lucha de titanes

PRIMER TIEMPO: Siéntese y abróchese el cinturón. La nueva Ley de Telecomunicaciones, que revolucionará la vida cotidiana de los mexicanos y modificará la esencia de un negocio donde los actores se repartirán un mercado de 35 mil millones de dólares al año, pasó la primera aduana de San Lázaro y, por la forma como se aprobó el viernes, deberá navegar sin problemas por el Senado. Todo apuntaba que Carlos Slim, de Telmex y Telcel, sería el gran perdedor, pero al final, en una decisión salomónica, los diputados de oposición presionaron al PRI para que se empatara el marcador con Emilio Azcárraga y Televisa. Slim, si entrega a sus competidores el 20% de su mercado en telefonía fija y el 30% de su mercado de celulares, podrá licitar una cadena nacional de televisión. Azcárraga que no necesita desagregarse sino acatar una ley que obliga a sus sistemas de cable y televisión por satélite transmitir sin costo ni discriminación —salvo en el caso del otro sistema de televisión por satélite, Dish—, podrá aspirar a tener una telefónica. Lo intentó con Nextel y entró en Iusacell en asociación con TV Azteca. Ahora podrá hacerlo plenamente, quizás con otro gigante del sector. Telefónica, por ejemplo, la empresa española cuyo presidente ejecutivo en México y Centroamérica es Francisco Gil Díaz, secretario de Hacienda durante el gobierno de Vicente Fox y muy cercano a Roberto Hernández, que vendió su gran parte accionaria en Banamex en 2001 en una controvertida operación bursátil que le permitió no pagar 12 mil millones de pesos en impuestos por la venta multimillonaria a Citibank. Telefónica es el gran rival de América Móvil, que pertenece a Slim en América Latina, y Hernández es uno de los accionistas importantes en Televisa, el titán hispano entre los conglomerados de comunicación y entretenimiento en el mundo. Si Slim es un gigante, Azcárraga puede sumar fuerzas para enfrentarlo. Tiene además un activo a su favor: durante la campaña presidencial apostó por Peña Nieto, mientras que su competidor, se tiene la percepción en varias oficinas de la casa presidencial, la jugó con Andrés Manuel López Obrador.



- SEGUNDO TIEMPO: La alianza que le quema los pies. Uno de los empresarios de medios de comunicación más respetados durante años, que dilapidó su capital al enfrentar a gritos y periodicazos el retiro de la concesión de la banda de 2.5 GHz en agosto del año pasado por negarse a pagar su contraprestación, es Joaquín Vargas, presidente de MVS, quien también es dueño del 60% del sistema de televisión satelital Dish, donde la operadora estadounidense EchoStar tiene el resto. Durante la discusión en San Lázaro, sus empresas denunciaron que el PRI quería beneficiar a Televisa. Pero la minuta de la ley que se enviará al Senado, no modificó lo que decían MVS y Dish que cambiaría y sí, en cambio, determinaron que Dish tendría que pagar a Televisa y TV Azteca por incorporar en su servicio los canales de televisión abierta al estar “asociado” con una empresa dominante en otro sector. Se trata de su sociedad con Telmex, que aparentemente es más profunda de simplemente facturar el servicio de Dish en los recibos telefónicos, donde la empresa se queda con el 25%. Cuando Vargas litigó en los medios su diferendo con el gobierno de Felipe Calderón por la banda de 2.5GHz, trascendió su dependencia de Carlos Slim. Información hallada por Televisa sugirió que el verdadero propietario de Dish México sería Teniver, una intermediaria financiera de Telmex que dirige el hijo del magnate Héctor Slim Seade, quien con este instrumento financiero tendría el 60% de la empresa. Vargas siempre ha negado que Dish o MVS sean propiedad de Slim, pero en la práctica, es el francotirador de los intereses del jefe del Grupo Carso y quien chapalea en el lodo por el conglomerado. Algunas de las verdades ocultas que existen en el mercado de las telecomunicaciones podrán ir revelándose gradualmente. Una de ellas, en caso de que a Slim no le toque una cadena nacional de televisión abierta, es que se quede únicamente con cable y televisión por satélite, donde MVS y Dish podrían ser las plataformas en su nuevo negocio.

- TERCER TIEMPO: Los de atrás sí podrán estar en los primeros. Las nuevas reglas que escribirá la Ley de Telecomunicaciones en televisión, meterán al juego a jugadores menores que quieren crecer como titanes. Hay dudas en la industria de la televisión sobre jugadores y alianzas, como el caso de Joaquín Vargas, presidente de MVS, sobre el que no se sabe si irá codo a codo con el magnate Carlos Slim, o buscará una de las cadenas nacionales de televisión abierta con apostadores de menor nivel Juan Francisco Ealy Ortiz, presidente de El Universal, o Luis Macisse, empresario del estado de México y cabeza de Corporación Editorial MAC, una cadena de periódicos y radiodifusoras en varias partes del país. Los dos tienen buena relación con el presidente Enrique Peña Nieto —sobre todo este último—, y con Vargas, miembro del Consejo de Administración de El Universal y cercano al senador Emilio Gamboa y a su ex colaborador, el consultor Homero Cárdenas, que tuvo oficinas en el mismo edificio que Macisse. En la industria se menciona también a Manuel Arroyo, que recién compró El Financiero y concretó una alianza con Bloomberg para dar televisión por Internet. Arroyo domina casi el 60% del mercado de las antenas satelitales en México y en Centroamérica le tendió toda la red a América Móvil, que es de Slim. ¿Será? Nadie sabe aún, pero el gran jugador en esta liga es Olegario Vázquez Raña, presidente del Grupo Ángeles y propietario de Excélsior, que está a punto de sacar un canal de televisión de noticias por cable, y que ya tiene Canal 28. La baraja está a punto de abrirse, y en este escenario, en la industria no esperan sorpresas adicionales.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx

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