1898. En una demostración privada para inversionistas en el Madison Square Garden, el inventor Nikola Tesla presentó por vez primera su “Método de y aparato para controlar el mecanismo de movimiento de vehículo o vehículos”. Utilizando un radiotransmisor, Tesla dirigió a un pequeño bote sobre un lago. Luego de recibir la patente estadunidense por su invento en ese año, Tesla anunció su “autómata diabólico” en una entrevista con el periódico neoyorquino The Sun. Las noticias del invento se propagaron rápidamente, y su amigo el escritor Mark Twain le escribió poco después una carta perspicaz desde Viena: “¿Tienes la patente austriaca y la inglesa para ese destructivo terror que has inventado? Y de ser así, ¿qué tal si le pones precio y me das la concesión para venderla?”. Twain predijo que los ejércitos del mundo se doblegarían ante una tecnología tan profunda, y que de ahí en adelante el control remoto “volvería la guerra imposible”. Luego de un prolongado escándalo por la propiedad intelectual, el crédito popular para la radiotecnología fue para Guglielmo Marconi. Tesla se retiró a una dolida excentricidad, aseguraba que recibía órdenes del espacio exterior, y pasó sus últimos días con una paloma blanca a la que amaba particularmente.
1903. El matemático español Leonardo Torres construyó algo bautizado por él como “Telekino”. Control remoto similar en sus funciones mecánicas al de Tesla, el Telekino empleaba su propio código telegráfico para las señales de mando. Las series de clics probaron su uso por primera vez en un triciclo de niño, haciendo posible la animación del vehículo sin la necesidad de un conductor de energía. Torres Quevedo probó entonces su Telekino en botes dirigidos por una maquinaria en el lago de la Real Casa de Campo de Madrid y en el Estuario de Bilbao donde “exitosamente tuvo control absoluto de un pequeño barco con una tripulación de ocho a distancias mayores a dos kilómetros”. Hizo a un lado su intención de usar la tecnología para pilotar torpedos de submarinos cuando el gobierno español le negó fondos para su proyecto.
1938. La Corporación Philco lanzó su “Control Misterio” voceado como “¡el invento más excitante desde la radio misma!... ¡Es verdarealmente (sic) increíble! ¡Es asombroso! ¡Por eso se le llama ‘Control Misterio’!”. Tal remoto, un oscilador manual electromagnético, vendió bien, pero al cabo de unos cuantos años se hizo evidente que los hábitos de los radioescuchas no requerían tal artefacto, y Philco detuvo su producción.
1941. Los alemanes desarrollaron los primeros misiles guiados a distancia, de nombres V1 y V2, abreviaturas de Vergeltungswaffen o “armas de venganza”. Un modelo de prueba previo del V2 recuperado por los británicos estaba equipado con un transmisor de radio, lo cual llevó a los británicos a dar por hecho erróneamente que el misil podía detenerse con tan sólo revolver las ondas radiales.
1950. Eugene Macdonald, autodescrito “Comandante” de Electrónicos de la Corporación Zenith, desarrolló el control remoto “Huesos Perezosos”, equipado con un botón silenciador para combatir su engorro personal: los comerciales. Por desgracia, “Huesos Perezosos” se conectaba a la TV mediante un cable pesado y extendido a lo largo de la sala de la casa. Por considerársele de riesgo, la tecnología fue archivada.
1955. En busca de una tecnología inalámbrica para el remoto, el ingeniero de la Zenith, Eugene Polley, experimenta con controles sensibles a la luz, y en 1955 la compañía distribuye el Flashmatic. En lo básico una linterna de alto poder, el Flashmatic lanzaba señales a cada esquina del televisor. Muy pronto los consumidores descubrieron, sin embargo, que cualquier fuente de luz —ya fuera una lámpara, faros de autos al pasar, o la chimenea— podía afectar los controles. Una tarde soleada hacía que el televisor equipado con Flashmatic enloqueciera.
1956. El Dr. Robert Adler cambió el enfoque tecnológico de Zenith de la luz al sonido, lo que llevó en 1956 a la introducción del primer “práctico” control remoto inalámbrico: el Comando Espacial de Zenith. Al hacer clic en los interruptores de una consola pequeña y sin baterías, unas varas de aluminio emitían al chocar vibraciones ultrasónicas para de modo confiable apagar y prender el televisor, cambiar de canal y, por último, silenciar los comerciales. Aunque el Comando Espacial requería un caro y complejo tubo receptor, no había “¡Nada entre el aparato y usted sino el espacio!”.
ca. 1978. La tecnología infrarroja, antes en la esfera militar, reemplazó a lo ultrasónico como lo estándar para la industria y la sala de la casa. En vez del sonido audible a una alta frecuencia, los remotos empezaron ya a usar la luz visible a una baja frecuencia.
1999. Un individuo estadunidense veía ya un promedio de cuatro horas y media de televisión al día. La revista Sports Illustrated nombró a Eugene Polley y Robert Adler “Hombres del Milenio”.
2004. Mitch Altman, un loco-y-filósofo de la electrónica avecindado en San Francisco, inventó y puso en el mercado el Control Remoto TV-B-Gone. En un plan para “darle a la gente la posibilidad de elegir”, que quizá no habían caído en la cuenta de estársela perdiendo, el TV-B-Gone podía apagar casi cualquier televisión en restaurantes y bares, áreas de espera y salas en todo el mundo. Hasta el año 2008 Altman seguía reportando excelentes ventas.
Fuente: revista Cabinet, número 29.
Fuente: Nexos Mayo 2013
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