¿Cómo llegó la Zona Rosa del DF, de elegantes y arbolados paseos con buenos bares, restoranes de primera y tiendas de ropa de grandes marcas a zona de guerra patrullada con metralletas? Se unieron el ansia de poder y el afán de lucro, la convicción de superioridad moral en los gobernantes del PRID y la convicción de que el fin justifica todos los medios para que el pueblo bueno llegue a la Presidencia. Más el desprecio que la izquierda, el PRI y el PRID han sentido siempre por el empresario, visto como explotador del proletariado y nunca como posible fuente de nuevos empleos directos, en su negocio, e indirectos en sus proveedores.
Con el primer jefe de Gobierno del DF, primero elegido por voto universal, Cuauhtémoc Cárdenas, era posible hablar. Con todo y su fama de esfinge, bastaba un señalamiento: el nuevo jefe policiaco fue miembro del Batallón Olimpia, y al otro día estaba despedido.
Pero en el 2000 llegó López Obrador, no a gobernar el DF, sino a trepar a la Presidencia en 2006.
Comenzaron las obras apresuradas y sin proyecto ni licitación ni concurso, pero enormes y vistosas, bendecidas por el cardenal Rivera (aj, el Peje-laico): el rellenado del cochinito para la campaña presidencial. Todo tenía precio. Vimos a Martí Batres vender a pobres un líquido blancuzco llamado Leche Bety que, analizado por Salud, resultó contaminado con excremento. El dueño de la planta fue a la cárcel. Martí subió un peldaño.
La pareja infernal: Bejarano-Padierna, tomó el control del DF. Ella se permitía burlas a un ciudadano que, en sus giras con aires más imperiales que Isabel II, le suplicaba una cita: “Quiere llorar… quiere llorar…”. Puso un catálogo de precios a pagar por fuera de ventanilla: ¿Horas extra de apertura en tu bar? ¿Te encontraron algún menor bebiendo? ¿Un puesto de ambulante?, ¿taxis, manifestaciones, mítines, apoyos varios? Todo tenía precio, pero no era corrupción, como en tiempos del viejo PRI, sino colecta a beneficio del pueblo para llevarlo al poder.
Al marido, René Bejarano, todavía no le oímos decir dónde quedaron los fajos de dólares que le vimos extorsionar a un constructor a cambio de otorgarle contratos de obra sin concurso. Estuvo unos meses en la cárcel en suite de tres celdas alfombradas: dormitorio, despacho y sala de recibir. Su inolvidable defensa: “Todo lo hice con pleno conocimiento de Andrés Manuel?”. ¿Iba Gustavo Ponce, tesorero del DF con oficina al lado de López, cada tres semanas a jugar a Las Vegas? No me lo creo, pero lo que pienso no lo puedo publicar.
Que Ponce está en el bote, nos dicen. Sí: porque lo encontró la PGR, escondido en casa y territorio obradorista: Tepoztlán, Morelos, luego del pitazo madrugador que le dio López: “Mañana por la mañana aquí estará Gustavo para dar cuentas…”. Risotada nacional.
Desde la campaña de Miguel Ángel Mancera sentí por él confianza y simpatía proporcional al rechazo que le mostraban Morena y la famiglia Macuspana. No es del PRI ni del PRD ni del PAN. Que no lo quieran en Morena habla muy bien de él porque allí se han concentrado los ladrones impunes con patente de corso expedida por Su Santidad de la Honestidad Valiente: De todo podéis hacer, pero os mocháis con el Movimiento. Lo hizo en el DF y lo hace en el país: vean al candidato a diputado por Cancún, Juan Beristáin, hermano de la LadySenadora, confesando que infla nóminas de sus subordinados para que devuelvan lo inflado: “El puro camión para Andrés Manuel nos cobra 40 mil pesos…”, dice a su empleado que se resiste al cobro porque “Es mucha lana…”. Mancera no está con esos.
Y así tuvimos la extorsión de adolescentes en el New’s Divine que costó la vida a nueve de ellos y a tres policías del “operativo”. Tuvimos el DF invadido de ambulantes… que pagan, de taxistas piratas… que pagan, de burdeles y sus promotores repartiendo a plena luz del sol tarjetas de “bares con chicas”…
Y en la ex Zona Rosa, añadan mugre, abandono, invasión de pandillas, taquerías inmundas, asaltos en la calle y la huida de negocios hacia Polanco.
Sería un error si Mancera intentara la reconversión de la Zona Rosa en Salón de Té Lady Baltimore… fracasaría. La Zona Rosa fue exitosa como zona de bares donde el cliente no corría apuro de esfumarse sin rastro ni de cadáver, ni debían a uno convencerlo de que el cártel de Tepito no existe y no domina la Zona Rosa.
Novedades: Olga: De cómo una bellísima jovencita hace todo por destruir su vida, y casi lo consigue. Planeta.
Fuente- Milenio
Los derechos de autor son propiedad de los columnistas y sus periódicos; las columnas de los foristas son responsabilidad de ellos mismo; los comentarios, mentadas de madre y albures en Disqus son, también, responsabilidad de los foristas. Este lugar no tiene fines de lucro Aquí no se censura ni se modera. CUANDO SE PUBLIQUEN DATOS PERSONALES, POR SEGURIDAD, LOS POSTS SERÁN BORRADOS. Contacto: lafaunademilenio@gmail.com
RECOMENDACIONES Y COLUMNAS DE OPINIÓN
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, sean civilizados.