Por JOSÉ DE CÓRDOBA y AMY GUTHRIE
El presidente de China, Xi Jinping, (izquierda) estrecha la mano de su contraparte mexicano, Enrique Peña Nieto.
MÉXICO—El presidente de China, Xi Jinping, llegó ayer a México para impulsar con nuevos acuerdos comerciales una relación a menudo tensa entre dos potencias exportadoras rivales.
Xi, quien asumió el poder en marzo, está en el último tramo de su visita a tres países de América Latina, que se ha convertido en un socio comercial clave para China, que necesita las materias primas de la región —desde tripa de cerdo a petróleo— para alimentar a su pueblo y propulsar su poderoso motor manufacturero. Después de México, Xi viajará a EE.UU. para reunirse con el presidente Barack Obama el viernes y el sábado.
Tanto Xi como el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, intentan dejar su huella como reformadores. Xi aseveró en un reciente discurso que China podría permanecer "dinámica" sólo si se adapta a los tiempos. Desde que asumió el mando, en diciembre, Peña Nieto ha impulsado varias reformas estancadas por mucho tiempo. Una de las prioridades de su agenda es abrir el sector energético del país a la inversión privada, lo que estimularía un auge inversionista y el crecimiento económico.
"México y China son dos países en ascenso dentro de un nuevo orden internacional", destacó Peña Nieto mientras daba la bienvenida a Xi. El mandatario chino dijo que ambos países eran civilizaciones antiguas y compartían una historia similar de lucha por la independencia que los convierte en "buenos amigos y grandes socios".
El martes, los líderes firmaron pactos comerciales, incluyendo un acuerdo estancado desde hace mucho que permitirá finalmente la venta de carne de cerdo mexicana y tequila a China.
En la última década, conforme la economía china propulsada por las exportaciones fabriles se ha expandido, el comercio del gigante asiático con América Latina ha aumentado marcadamente. Pero la mayor parte ha consistido en la adquisición de commodities de América Latina, desde la soya brasileña hasta el cobre chileno y el petróleo venezolano. Mientras que gran parte de América Latina se ha beneficiado de los altos precios que ha generado la demanda china de sus materias primas, el caso de México es distinto. Al igual que China, exporta bienes fabriles, la mayoría a EE.UU., y su economía ha sufrido por el ascenso de China como la fábrica mundial conforme las maquiladores con sede en México se mudaron a China y su cuota de las importaciones de EE.UU. cayó.
No obstante, una década más tarde, la situación ha cambiado. El envejecimiento de la población china ha resultado en mayores costos laborales, mientras que los altos precios el petróleo han encarecido el transporte. Ahora es más barato enviar productos a Nueva York desde México que desde China, señala Jaime Serra Puche, ex secretario de Comercio y Fomento Industrial mexicano. Solamente los costos de transporte desde China equivaldrían a un arancel de 12%. Por consecuencia, la participación de México del mercado de importaciones de EE.UU. ha aumentando de 10% a 13% en los últimos siete años.
"México ha recuperado competividad para acceder al mercado norteamericano vis a vis China", apuntó Serra Puche.
En una entrevista, José Antonio Meade, el secretario de Relaciones Exteriores, dijo que México esperaba conseguir mayor acceso a los mercados chinos, especialmente vendiendo alimentos, productos manufacturados, minerales y energía. China tiene un inmenso superávit comercial con México: el año pasado, exportó US$57.000 millones en bienes a México, mientras que éste exportó sólo US$6.000 millones a China. "El volumen de exportación que hoy tenemos con China no es representativo del potencial que podría tener nuestro acceso a ese mercado y por lo tanto parte del diálogo tiene que ver con eso", indicó Meade.
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