Raymundo Riva Palacio - La gladiadora

PRIMER TIEMPO: ¡Gracias a Dios te tenemos! Hablar públicamente en primera persona suele ser bastante chocante. Pero cuando quien lo hace es porque quiere salvar a la Patria del monstruo de las mil cabezas, o sea, Televisa, no importa la forma como frasee Purificación Carpinteyro. Lo menos que debemos hacer es agradecérselo. A ella se le debe perdonar todo, porque desde que llegó como recién egresada de la Escuela Libre de Derecho al Banco de México, donde la recibió el joven tecnócrata Ernesto Zedillo, ha hecho de su vida una misión donde todo es permitido. Inteligente, astuta y muy trabajadora, Carpinteyro avanzó rápidamente de la mano de varias de las personas más importantes en la historia política y empresarial del país, convirtiéndose con el paso de los años en una de las personas que mejor conocen de telecomunicaciones en México. Cercana a Zedillo, lo fue después de su compañero de escuela, Felipe Calderón, lo que le permitió tener acuerdos bilaterales con el ex Presidente cuando era subsecretaria de Comunicaciones, por encima de su entonces jefe Luis Téllez. La cercanía le hizo perder el piso de su realidad, y desafió a Téllez, al entonces secretario de Gobernación Fernando Gómez Mont y al propio Presidente. La suma de ello fue su despido. Cayó al pozo tras ser priista y panista, hasta que la mano benevolente del PRD la levantó y la hizo diputada federal. En esa dimensión es hoy la punta de lanza contra los poderes fácticos, aunque en realidad, es Televisa, la empresa de Emilio Azcárraga, su enemigo casi unidimensional. Esta semana ratificó en dónde está su mira puesta, al acusar en una entrevista de radio a Televisa de tener una “estrategia de boicot” para retrasar el apagón analógico que arrancaba como proyecto piloto en Tijuana, y que extendería a todo el país. Es decir, como lo planteó, Televisa nos iba a imponer —a gobernantes y gobernador—, su designio. ¡Al diablo las instituciones! Por supuesto que ella no lo iba a permitir y su misión —la nueva en el bolsillo— sería permitir el desarrollo tecnológico y económico del país enfrentando a su gran enemigo. Faltaba más.



SEGUNDO TIEMPO: Todo es parte de un complot. En el interlineado de las afirmaciones de la diputada Purificación Carpinteyro, Televisa ha doblegado a México. En su lógica discursiva, arrodilló al presidente Enrique Peña Nieto y lo llevó a solicitar a la Cofetel que aplazara el cambio digitial de la televisión hasta pasadas las elecciones para gobernador el 7 de julio. Se llevó en el camino al IFE, que había pedido también el aplazamiento del apagón analógico bajo el argumento de que sacar de la televisión al 7% de los habitantes de Tijuana, afectaba que tuvieran acceso justo y equitativo a una campaña electoral como la que se está viviendo en el estado, donde las encuestas muestran un empate técnico entre los candidatos del PRI y del PAN, que hoy gobierna el estado. Televisa dice que son pamplinas las de la diputada. El gobierno calla —y favorece la tesis de que el que calla otorga—, y el IFE, en voz del consejero electoral, Lorenzo Córdova, niega por completo que la institución sea víctima de presiones o chantajes, menos aún de contubernios con quien sea. No importa para la Juana de Arco mexicana, que ha hecho de la confrontación con los poderosos, una definición de su vida pública. “Nunca he podido quedarme quieta”, le dijo a una reportera de la revista Mujer Ejecutiva en 2006, durante una entrevista. “Soy curiosa, me atraen los desafíos, me apasiona aprender”. Pero también, aunque nunca lo ha fraseado de esa manera, le gusta pelear. En los últimos años, ha estado en el centro de polémicas y controversias técnicas y políticas en el tema de las telecomunicaciones. La de hoy es la última de las batallas que libra desde hace ya varios años, como la mariscal de un ejército que tiene muchos soldados calificados y que también ven a Televisa como el centro intelectual del complot nacional. Que la realidad del aplazamiento de escaso un mes tenga que ver únicamente con evitar que las elecciones lo contaminen y que lo tóxico sea aprovechado por los grupos de interés que no quieren en efecto que se dé el apagón, no importa. ¿Desde cuándo la realidad es lo relevante? Carpinteyro es la metáfora de ello.

TERCER TIEMPO: Que se reelija para siempre la gladiadora. Las paradojas de la vida pública colocaron a Purificación Carpinteyro del lado de quienes antes fueron sus rivales en el campo de batalla de las telecomunicaciones. Hace casi 15 años era una alta ejecutiva de Iusacell y presidía la Comisión de Telecomunicaciones de la Cámara Nacional de la Industria de la Tecnología. En ese cargo se enfrentó al hombre fuerte de Telmex-Telcel, Carlos Slim, quien presionó hasta que la expulsaron. Derrotada, se fue a trabajar con la gran empresa telefónica Bell en Estados Unidos, de donde saltó a MCI, que la hizo responsable de toda América Latina, desde su base de operaciones en Brasil. De ahí se repatrió como directora comercial corporativa de Telefónica Móvil, que presidía Francisco Gil, vinculado al banquero Roberto Hernández —miembro del Consejo de Administración de Televisa—, con el propósito, decía, de saldar cuentas con Slim, a quien acusaba de su exilio. Nunca saldó esas cuentas, sino al contrario. Personeros de Slim la buscaron y limaron asperezas con ella, por reconocerla como una persona de pelea. Desde la Subsecretaría de Comunicaciones y el Congreso, Carpinteyro ha enarbolado una lucha por la democratización de las telecomunicaciones, aunque como en toda batalla, siempre ha tenido sus matices. Los de ella en estos últimos años se han caracterizado por el enfrentamiento con Televisa, que recae en un apoyo indirecto a Telmex-Telcel. Carpinteyro cambió de bando en el campo de batalla, algo que le generó suspicacias. Pero hasta donde se sabe, esa metamorfosis de rivales no fue por dinero, de lo que nadie la acusa, sino por razones ideológicas o políticas, que son las que ha expresado. En todo caso, como diría el clásico, vista su biografía, nadie sabe para quién trabaja.

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