Aunque no se trate de buenas noticias, los hechos violentos enseñan que se está enfrentando con firmeza a los grupos criminales, dijo ayer el gobernador de Michoacán, Jesús Reyna. Poco después, el Gobierno Federal hacía saber que reforzará el operativo en la entidad con elementos del Ejército, la Marina y las policías federal y estatal.
Es, en esencia, el discurso oficial sobre Michoacán desde diciembre de 2006. No importa cómo se llame el Presidente, los secretarios o los mandos. Aunque ayer Guillermo Valdés me dio una pista para calibrar el análisis de este momento.
Nuestro compañero de páginas, director de GEA y exdirector del Cisen (2006-2011), explicó que la diferencia entre la violencia de estos días en Michoacán y la de hace algunos años es que antes se peleaba contra la Familia y los Zetas en más de 20 municipios, y hoy la batalla contra los Templarios y otras bandas se reduce a unos cinco municipios. Algo se está ganando.
Recuerdo aquella ofensiva de la Familia en julio de 2009 tras la detención de uno de sus capos, Arnoldo “La Minsa” Rueda. En tres días atacaron guarniciones y puestos de la policía y el Ejército en Morelia, Pátzcuaro, Apatzingán, Lázaro Cárdenas, Zitácuaro, Huetamo, Zamora y la carretera Taretán-Santa Casilda. Las acciones se sellaron con los 12 cadáveres de policías municipales apiñados en las afueras de La Huacana.
Hoy, en efecto y a pesar del alto número de muertos (23), la crisis se limita a la zona de Los Reyes y Buenavista Tomatlán.
Como sea, parafraseando al gobernador Reyna, es el séptimo año consecutivo del “ladran, Sancho, luego cabalgamos”. Siete.
Leído en http://www.vanguardia.com.mx/columnas-aunquenosetratedebuenasnoticias%E2%80%A6-1793892.html
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