El problema es la credibilidad. Norberto Rivera es uno de esos prelados que parecen encarnar con más ahínco el mote de Príncipe de la Iglesia. Lo suyo es codearse con los privilegiados.
Así que cuando de repente, como ayer, se pone a repartir críticas por las elecciones del domingo pasado, lo primero que viene a la cabeza es preguntarse ¿a santo de qué don Norberto se nos puso tan radical?
El tono y el contenido del editorial “Retroceso democrático”, publicado ayer en Desde La Fe, son más propios de un Alejandro Solalinde o de un Raúl Vera, identificados en el discurso y en la práctica con los más pobres y desprotegidos. Lo ahí expuesto no empata, en cambio, con Norberto Rivera, un prelado de alfombra y camioneta, que gustoso se deja retratar cada vez que puede con los protagonistas del poder, con esos contra los que ahora despotrica el semanario de la Arquidiócesis.
En el editorial se dicen cosas como las siguientes:
—Con preocupación hemos visto el desarrollo viciado de los procesos electorales en diversos estados de la República, comenzando por un elemento altamente preocupante y que terminó por ser banalizado, la violencia.
—Así mismo el inmoral manejo clientelar de los programas sociales tanto federales como estatales que explotan impunemente la miseria, la ignorancia y la necesidad de los más pobres, que son siempre el gran botín de la clase política.
—Los partidos políticos que no luchan por la consecución del bien común del pueblo, sino por encumbrar a sus candidatos, garantes de la corrupción que beneficia sus intereses y que ahoga al sistema político nacional.
— Se ha notado una vez más la intervención de algunos gobernadores que siguen comportándose como verdaderos señores feudales en sus estados ante la negligencia del gobierno federal.
Al descalificar a los órganos electorales, se apoya además la creación de un instituto federal electoral nacional (“surgen voces sensatas pidiendo la desaparición de esos institutos políticos —rehenes de los caciques locales—, para fortalecer uno solo”), Y se critica al gobierno de Enrique Peña Nieto: “No basta la acción penal hacia algunos gobernadores, de manera discrecional y selectiva como se ha venido haciendo en la presente administración”.
Lo expuesto por Desde la Fe es irrelevante. No porque no ocurra o carezca de sustento. Es una proclama estéril porque quien la emite no usará su puesto para cambiar las cosas. Frente prelados actuales, y hombres de Iglesia de otros tiempos, Norberto Rivera representa un retroceso democrático.
Norberto Rivera lleva 18 años como arzobispo primado de México. Transcurrido ese lapso, ¿hoy alguien podría decir que ha sido un instrumento para hacer más fuerte nuestra democracia, más justa nuestra sociedad? A algo más se habrá dedicado todo este tiempo el cardenal, pero a ser una figura incómoda para el poder no. Así que salir ahora a escandalizarse es un acto oportunista.
Lo comprobaremos pronto, en las fotos de sociales de algún convite de esos a los que hay que llegar en helicóptero. Compartirá el pan y la sal con algunos de los que “explotan impunemente la miseria, la ignorancia y la necesidad de los más pobres que son siempre el gran botín de la clase política”. Y todos aparecerán sonrientes.
salvador.camarena@razon.mx
Twitter: @salcamarena
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