jueves, 4 de julio de 2013

Salvador García Soto - La obsesión por el pacto



Obsesionado con el plan de convertirse en el “gran presidente reformista” de este siglo XXI, a Enrique Peña Nieto está perdiendo el foco de que un buen gobernante no sólo es aquel que logra acuerdos, impulsa iniciativas y hace anuncios positivos y grandilocuentes; sino el mandatario que reconoce y encara los problemas y que exige a su equipo mucho más que administrar conflictos para dar soluciones a los temas más incómodos y apremiantes para sus gobernados.

Como si sus asesores no quisieran que se despeinara, el Presidente evade los asuntos más problemáticos y no hay expresiones públicas ni posiciones que condenen la violencia criminal que sigue sufriendo buena parte del país, que censure y castigue la violencia política que empañará los comicios locales del domingo o que atienda las tensiones o problemáticas locales donde se requiere de la autoridad federal.





Pretendiendo ser el opuesto de un presidente marcado por la muerte y la sangre, como lo fue Felipe Calderón, Peña Nieto se ha ido al otro extremo: un jefe del Ejecutivo que sólo se ocupa de anunciar planes, créditos, programas e inversiones, pero que se olvida de enfrentar la realidad problemática que parece evadir por momentos, hablando sólo de un “México positivo…que atrae inversiones extranjeras y que está en su mejor momento”.

Y nada habría de malo en que el Presidente se dedicara la mayor parte del tiempo al discurso motivacional y esperanzador, parte fundamental de sus funciones, si en contraparte hubiera un gabinete que estuviera encarando la problemática nacional de manera directa y decidida. Pero ocurre que los secretarios responsables de atender esa problemática tampoco agarran el toro por los cuernos y se les ve dubitativos y ausentes en asuntos apremiantes donde la falta de autoridad se percibe por momentos como ausencia de Estado.

¿O cómo entender que el gobierno federal no haya siquiera reconocido el problema de violencia que se vive en varios estados con motivo de las luchas electorales? Más de ocho muertos ya, entre candidatos y dirigentes, y la PGR no ha decidido atraer ni un solo caso, a pesar de evidencias de que varios de esos asesinatos los perpetró el crimen organizado.

Si a eso añadimos la violencia ya común del narcotráfico, que lo mismo mata a dos niños en Jalisco como represalia por burlarse de un hijo de un capo, que desparrama siete cabezas en ese estado, o que mantiene aterrorizados a los habitantes de Morelos, por no hablar del terror ya cotidiano en Tamaulipas o las ejecuciones que no paran en Sinaloa, mientras la administración federal intenta convencer a la opinión pública de “que están disminuyendo los delitos graves”, el tema es otra vez un gobierno omiso y desentendido de la realidad.

Todo eso sin contar conflictos locales que se agravan y se tensan como la llamada “guerra del agua” en Sonora, donde ni la Comisión Nacional del Agua, de un negligente David Korenfeld ni la Secretaría de Gobernación ayudan a encontrar una salida a este pleito por el vital líquido que enfrenta a los habitantes de Ciudad Obregón y Hermosillo, con un gobernador, Guillermo Padrés, que quedó rebasado y se volvió parte del problema ¿Qué espera Peña Nieto para ordenar una intervención en Sonora que frene la tensión y los bloqueos a vías federales?, ¿que ocurra una tragedia?

Gobernar sólo para la popularidad y buscar como única prioridad las reformas que resuelvan problemas añejos, no hará que cambie la realidad de un país que sigue viviendo en el caos de la violencia y la falta de justicia y de Estado de Derecho. Sin orden y tranquilidad en la República no habrá reformas, estructurales o no, que logren mejorar la situación. Ayer, a propósito de la obsesión por el Pacto por México, uno de sus integrantes y promotores, el presidente del PAN, Gustavo Madero, reventó en una entrevista radiofónica sobre la ilegalidad y la violencia que han privado en las elecciones locales en curso: “La cosa está de la chingada”, dijo Madero. Y muchos mexicanos no dudarían en secundarlo.

NOTAS INDISCRETAS… En Chihuahua hay condiciones para que las elecciones del domingo se desarrollen tranquilas y sin violencia, afirma el gobernador César Duarte, que confía en que plazas como Chihuahua, Juárez, Cuauhtémoc y el resto del estado tengan votaciones con normalidad… Se agitan los dados. Doble Serpiente.



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