Qué otra cosa podía provocar la situación actual de Michoacán. Era lo menos. Miguel Ángel Osorio Chong —dando la cara por el gobierno federal mientras el Presidente se recupera de la cirugía que le fue practicada—, junto al gobernador interino, Jesús Reyna; además de un grupo nutrido de legisladores locales y empresarios.
Más de cuatro horas al interior de las oficinas de Bucareli, donde se concluyó el Acuerdo por Michoacán, que a gran detalle entendemos que las fuerzas del Estado estarán concentradas en la recuperación del control dentro del territorio michoacano. Vaya tarea.
En las últimas dos semanas, casi 30 personas han perdido la vida en enfrentamientos entre grupos criminales y autoridades. También ellos han participado algunas de las llamadas policías comunitarias, ejemplo evidente del poco alcance que hoy tienen las autoridades michoacanas, que no pudieron ni siquiera evitar la proliferación de estos grupos originados por la desesperación.
Y es que Michoacán está roto por todos lados. No sólo el clima de violencia evidente. También están sus problemas financieros que, por si fueran pocos, están sostenidos en un gobierno estatal que no existe como en el resto del país. Porque no sólo el gobernador, también cambios por todos lados al interior de su gabinete. Apenas hace un par de días, sabíamos de la renuncia del procurador y el tesorero del estado. Y cómo no: sin gobernador, uno interino que algunos consideran “ilegítimo” y un equipo de funcionarios que suman inestabilidad en un momento en que más decisiones deben tomarse. La salud del gobernador, que poco ayuda a la certeza que requiere su estado. La presencia de Jesús Reyna no ha representado significativa diferencia: Michoacán se sigue sintiendo igual o peor. Las luchas entre los criminales, la presencia de las policías comunitarias y la falta de una figura de autoridad estatal: “Entre la ingobernabilidad, la irresponsabilidad política del PRI local, la violencia fuera de control, el enquistamiento de los cárteles, el enfrentamiento a muerte entre Los Caballeros Templarios y el cártel Jalisco Nueva Generación, parte de Michoacán se retuerce entre la violencia y el vacío de poder...”, escribía ayer Martín Moreno en estas páginas.
Al acuerdo anunciado el jueves por la Secretaría de Gobernación, se le sumaron también compromisos en materia de desarrollo de infraestructuras; preparar una estrategia global, para que no sea sólo el tema de seguridad el que centre los esfuerzos.
Michoacán se convierte en el estado que centra la mirada del gobierno federal, con su gobernador ausente —también de extracción priista—, motiva que hoy este territorio sea la prueba mayor en cuanto a seguridad. Una moneda al aire.
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