domingo, 1 de septiembre de 2013

Enrique Krauze - Las enseñanzas del maestro Othón


En septiembre de 1958, el cuadro cambió. En los hechos, ya no gobernaba Ruiz Cortines sino el presidente electo Adolfo López Mateos. Salazar tuvo un encuentro con Gustavo Díaz Ordaz, que se perfilaba ya como el futuro Secretario de Gobernación. Al salir de su oficina, le escuchó esta frase: "no se olvide que el gobierno salta las trancas tan altas como se las pongan". En 1993, don Othón recordaba con pesar: "Yo no supe medir la dimensión de sus palabras, a los pocos días se desató la represión más brutal". Fue puesto preso y sufrió tortura psicológica. En 1960 fue destituido, pero su influencia no se desvaneció. Murió pobre de bienes y rico en coherencia, en Tlapa de Comonfort, en 2008.




¿Las lecciones? La primera, para la CNTE, es no agredir a la sociedad. Hoy la sociedad se ha manifestado con claridad: no apoya a los maestros. Los padres de familia en Oaxaca están justamente indignados. De tiempo atrás, el país ha visto los destrozos en las calles y edificios de Oaxaca, las fotos de un maestro (identificado) golpeando brutalmente a una persona, otro maestro quemando con un soplete la puerta virreinal de la SEP. Y ahora vemos con tristeza los episodios de violencia contra policías, el bloqueo de las vías, la agresión contra los edificios institucionales, el impune secuestro del centro histórico. La palabra misma, la noble palabra "maestro", se ha visto manchada por las expresiones, los rostros y los actos de intolerancia. Todo en nombre de un derecho a la manifestación, del que obviamente se abusa atropellando a terceros. Dudo mucho que Othón Salazar hubiera aprobado lo que ocurre.

Segunda lección para la CNTE: no politizar el movimiento. El de Salazar era ante todo sindical y moral, no político. Buscaba tres cosas, deseables entonces y ahora: la independencia con respecto al gobierno, el beneficio económico concreto y la mejora profesional de los maestros, y la democracia sindical. Aunque Salazar tuvo siempre una ideología socialista y aún marxista, su lucha no obedecía al libreto ideológico, histórico y político del Partido Comunista, que por eso lo atacó con el epíteto más odiado: "anarco-sindicalista". Ojalá lo hubiera sido más, porque el sindicalismo original tenía justamente ese propósito: defender al gremio respectivo, no perseguir fines políticos ya sea integrándose al gobierno o prendiendo la mecha de una Revolución. Si la izquierda amalgama su lucha con la CNTE, lo pagará en las urnas.

La tercera enseñanza es para gobierno (federal y local): usar la prudencia. Hasta ahora han seguido el ejemplo de Ruiz Cortines, y han hecho bien. Deben evitar a toda costa actuar como Díaz Ordaz. Si la representación nacional mayoritaria en el Congreso (más legítima que cualquier gobierno anterior a 2000) aprueba la reforma educativa y la CNTE decide ocupar indefinidamente la ciudad, estará claro que sus propósitos son revolucionarios. Aun así, en el gobierno debe privar la permanente disposición al diálogo sobre los temas educativos y -hasta donde sea humanamente posible en estas graves circunstancias- la voluntad de contención.

Frente a la ocupación de nuestra ciudad, los capitalinos tendremos que practicar la paciencia y la persuasión. Mostrar a la CNTE que no estamos contra la protesta sino contra la protesta que nos toma por rehenes para presionar a las autoridades. A la postre, la democracia saldrá fortalecida. Y nadie, o casi nadie, recordará a la CNTE como ahora recordamos a Othón Salazar.

Fuente: Reforma

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