viernes, 28 de febrero de 2014

Eduardo Ruiz Healy - Una estrategia equivocada y catastrófica

Hace casi catorce años publiqué una columna titulada igual que ésta en un diario de la Ciudad de México. Lo que entonces escribí es tan válido como si lo hubiera escrito ayer, porque la captura del Chapo Guzmán no va a acabar con el problema del tráfico de drogas, como algunos quisieran hacernos creer.

Esto es lo que anoté el 28 de septiembre de 2000:

“El narcotráfico no sólo es un gran negocio para los mercaderes de la muerte que producen, procesan, distribuyen y comercializan las drogas funestas. También es un extraordinario negocio para incontables empresas estadunidenses, europeas, japonesas y de otros países que proveen a los gobiernos de Estados Unidos, México y otras naciones con todo lo necesario para que libren una verdadera guerra contra el narcotráfico. Este año, el gobierno del Tío Sam gastará más de 20 mil millones de dólares en esta guerra, cantidad que no incluye los miles de millones que le dará a Colombia para el combate que el gobierno de este país libra contra el narco. Con tanto dinero se compran cada año armas, equipos de comunicación, equipos de transporte terrestre, aéreo y marítimo, uniformes, sistemas de computación y todo lo que necesita un país para combatir a un enemigo altamente organizado y sofisticado. Gran parte de estos equipos son, obviamente, Made in the USA, lo que beneficia a los empresarios estadunidenses.








“A estos miles de millones hay que sumar más miles de millones de dólares que las empresas fabricantes de armas y equipos de seguridad obtienen anualmente por concepto de las ventas que realizan a ciudadanos, especialmente de Estados Unidos, que de alguna manera buscan defenderse de los efectos que se derivan de las altas tasas de criminalidad que ocasiona el narcotráfico.
“Desafortunadamente, y a juzgar por los resultados obtenidos hasta ahora, la guerra contra el narcotráfico ha demostrado ser tan inganable como hace poco más de 25 años fue la de Vietnam.
“Para muchos y cada vez más analistas y observadores, el narcotráfico le proporciona a Estados Unidos la oportunidad de hacerle la guerra a alguien con los beneficios económicos que ello implica sin los riesgos militares que una guerra convencional conlleva.
“Quien olvida las lecciones de la historia está condenado a repetir los errores de sus antepasados. Así reza, más o menos, una frase célebre, y en el caso de las drogas Estados Unidos está repitiendo un error que cometió hace poco más de 80 años.
“Recordemos qué pasó en el vecino país del norte cuando se prohibió la manufactura, distribución, venta y consumo de esa otra droga, más mortal que todas las demás juntas: el alcohol.
“En 1907, cuando Georgia y Oklahoma prohibieron la fabricación, venta o transportación de licores tóxicos dentro de sus límites estatales, la tasa anual de homicidio en Estados Unidos era de una persona por cada 100 mil. Antes de que terminara la primera década del siglo actual la prohibición abarcaba trece estados de la Unión Americana más Alaska, Puerto Rico y el Distrito de Columbia.
“En 1919, cuando fue aprobada la 18ª Enmienda a la constitución estadunidense, que prohibió el uso del alcohol en toda la nación, la tasa anual de homicidios había aumentado a ocho por cada 100 mil. La tasa fue creciendo hasta llegar a diez por cada 100 mil en 1933, año en que los estadunidenses se dieron cuenta de su tontería y abrogaron la funesta 18ª Enmienda.
“No es casual que 10 años después, en 1943, la tasa de homicidio se ubicara a la mitad -cinco por cada 100 mil- y que se mantuviera alrededor de ese nivel hasta 1964, año en que el gobierno de Estados Unidos cometió el mismo error de 1919.
“Efectivamente, en diciembre de 1964, después de ser ratificada por 40 países, Estados Unidos incluido, entró en efecto la Convención Única para Drogas Narcóticas de 1961 que restringió a las drogas narcóticas a usos médicos y científicos exclusivamente. La Convención también prohibió el comercio internacional de este tipo de drogas, autorizando esta actividad sólo a monopolios gubernamentales.
“La historia empezó a repetirse”.
Hasta aquí mi columna de septiembre de 2000.
Los números de hace 14 años deben actualizarse. Por ejemplo, el gobierno estadunidense gasta ahora 51 mil millones de dólares al año en su guerra contra las drogas. Esto es 31 mil millones más que en 2000. 155 por ciento más sin que el problema del consumo de drogas se haya resuelto.

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