Dos de los partidos integrantes del Pacto por México, entran ya, a un proceso de renovación en su dirigencia nacional. Sacadas las “reformas estructurales” de Enrique Peña Nieto, podría pensarse que poco o nada importa quién esté a la cabeza del Partido Acción Nacional o del Partido de la Revolución Democrática, pero considerando que el próximo año habrá elecciones intermedias y de suyo las pierde el partido en el poder, la sincronía de Los Pinos con las dirigencias nacionales sigue su intensa vida.
La situación tanto en PAN como en PRD no se ve adversa para los planes del Presidente Enrique Peña Nieto. Quienes compiten por las cúpulas partidistas son los sospechosos comunes, aquellos que han hecho una vida enquistados en el poder, sea que lo encabecen, sea que vivan de migajas o a partir de componendas políticas muy cercanas a las financieras, de tal manera que les augura larga vida tanto en el presupuesto como en la toma de decisiones.
En el Partido Acción Nacional dos corrientes se disputan el poder albiazul. Una tímida tercera posición erigida a partir de los ex gobernadores emanados de ese partido asomó la cabeza pero no salió en la foto.
Pero en cualquier caso las dos corrientes, las tres considerando a los ex gobernadores, los sectores panistas han contribuido de una u otra manera, al empoderamiento de Enrique Peña Nieto en la Presidencia de la República:
Los calderonistas representados fielmente por Ernesto Cordero, fueron quienes desde el Gobierno de la República perdieron la elección y entregaron Los Pinos al PRI, con todo y que se escuden en la mala selección de quien fue la candidata a la Presidencia de la República, la realidad es que el calderonismo no pudo retener lo que en 2006 y con muchas dudas, ganó; terminó siendo el Presidente que no representó ni transición ni cambio, y devolvió la primera magistratura al PRI (sí, con todo y lo que también sospechamos de los resultados electorales del 2012).
Los maderistas también han hecho lo suyo para ayudar al Primer Priísta del País; pues sin la cooperación, coordinación y venia de su máximo líder –ideológico y partidista- Gustavo Madero, Enrique Peña Nieto no habría sacado adelante las reformas “estructurales” que le permiten ser el “Presidente reformista” de México en el que se ha convertido, por lo menos en papel y estadística, de la mano de panistas y perredistas. Si bien es cierto no lo apoyaron en la reforma fiscal, si permitieron con su falta de cabildeo y oficio político que la propuesta de cambio fiscal pasara, amén que hubo un trueque para apoyar una –energética- y otra no –fiscal-.
Los ex gobernadores emanados del PAN, han puesto su granito de arena pues oponiéndose a todo no han logrado unidad, y cosa contraria, apoyaron a Josefina Vázquez Mota para quedarse con la dirigencia nacional del Partido hasta que ésta renunció a tal aspiración, dejándolos no solos, sino más marginados que siempre. La crítica sin propuesta, sin estructura para la promoción, no les ayuda.
Ahora se medirán en el cuadrilátero azul Gustavo Madero y Ernesto Cordero, ambos hombres de la nómina azul y comunes no sólo de la vida partidista sino de la legislativa. Desde 2001 cuando se integró al gobierno de Francisco Barrio Terrazas en Chiahuhua, Madero ha vivido de gobierno, de partido, de la cámara de diputados federal, del senado, del partido y así se la pasará. Ernesto Cordero no se queda atrás, desde el mismo 2001 que entró a partir de una asesoría técnica con los legisladores federales del PAN, no ha dejado de vivir del presupuesto, todólogo como muchos políticos, ha pasado de asesor a director en Banobras, a secretaría de energía, después a la de desarrollo social hasta concluir con Felipe Calderón en la Secretaría de Hacienda, y pues después de perder la candidatura a la presidencia de la República por el PAN se enquistó en el Senado, desde donde ahora quiere obtener la dirigencia nacional del PAN y representar los intereses de su grupo calderonista, que a cómo van las cosas entre las erratas ahora descubiertas de Calderón, como la no muerte en 2010 de “El Chayo” líder de los Templarios, son los de proteger el terrible legado del sexenio pasado, ante lo cual –obvio- se comprometen acciones, decisiones y se vulneran en una posición política harto adecuada para la insana negociación.
Así, sea uno, sea el otro, o el tercero, desde el PAN, de una u otra manera, han contribuido al empoderamiento de Peña, consciente, inconsciente, negociado, pactado o no, así lo han hecho estos sospechosos comunes… ¿Será que no hay nadie más?
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