martes, 4 de marzo de 2014

Eduardo Ruiz Healy - El fracaso del sistema carcelario de México

En el colmo del cinismo, hace algunas décadas nuestros políticos decidieron cambiarles el nombre a las cárceles del país. Dejaron de ser penitenciarías, cárceles o penales para convertirse en centros de rehabilitación social. Fieles a su costumbre, esos políticos creyeron que los mexicanos tendríamos una mejor percepción de los lugares en donde criminales de verdad y de mentiras son encerrados para cumplir sus condenas o ver pasar los años mientras esperan que se les haga justicia. Uno de los nombres más estúpidos es el que las autoridades de Tamaulipas decidieron darles a sus cárceles: ¡centros de ejecuciones de sanciones!

Pese a esos cosméticos cambios de nombres, quienes vivimos hoy en México seguramente tenemos la misma precepción negativa que tuvieron nuestros antepasados en lo que al sistema carcelario se refiere.

Juan Azcárraga, el director general de la encuestadora Ipsos Asuntos Públicos, presentó hace unos días en mi programa de radio y TV una encuesta recientemente realizada que muestra como los mexicanos vemos a las cárceles de nuestro país. A continuación, los resultados más importantes del estudio.







A la pregunta “¿el sistema penitenciario mexicano realmente rehabilita?”, 72 por ciento de los encuestados respondió que no, mientras que solo 20 por ciento dijo que sí.
Que los presos deben ser obligados a trabajar y también obligados a estudiar algún oficio o profesión como parte de su condena es un concepto que comparte 63 por ciento de los encuestados.
Al ser cuestionados sobre si los presos o sus familias deberían pagar los gastos de alimentación dentro de las cárceles, 35 por ciento respondió estar de acuerdo, 37 por ciento dijo no estar de acuerdo y 28 por ciento no opinó al respecto.
El fracaso del sistema de impartición de justicia ante los ojos del público queda de manifiesto cuando 60 por ciento de los encuestados opina que los grandes delincuentes se encuentran en las calles y que las cárceles están repletas de delincuentes menores.
Para 33 por ciento de los mexicanos el mayor problema de las cárceles mexicanas es que en ellas se permite la formación de grupos de delincuentes que siguen operando desde el interior de las mismas, otro 30 por ciento opina que el problema reside en la corrupción de los carceleros; 19 por ciento adicional cree que el problema es la sobrepoblación carcelaria; y 16 por ciento manifiesta que los mayores problemas son las malas condiciones de vida e higiene a las que están sujetos los reos.
La reforma del sistema carcelario sigue pendiente y ningún gobernante federal o estatal que durante su campaña electoral prometió hacerla ha hecho algo al respecto. Las cárceles siguen siendo universidades del crimen manejadas por los propios reos y lugar de encierro de muchos inocentes.
Lo pero del caso es que nada me permite suponer que las cosas cambiarán en el corto plazo.
La encuesta pueden solicitarla en Twitter en @juanazcarraga.

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