CIRO GÓMEZ LEYVA
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Nos odiamos cuando no sabemos discutir
Iguala-Ayotzinapa es, sin duda, una historia extraordinaria que sigue produciendo historias sorprendentes y descomunales. Es comprensible su fuerza periodística. Pero que un país de 120 millones de personas aparezca congelado por un asunto de violencia regional, no deja de sorprender. Eso no ocurrió, por ejemplo, cuando el hallazgo de los 72 cadáveres en San Fernando, Tamaulipas, en 2010. O cuando la muerte de las 52 personas en el casino Royale de Monterrey, en 2011.
No entro en consideraciones políticas, sociológicas, sicológicas sobre las diferencias de estos 43 desaparecidos con aquellos 72 y 52. Solo pregunto, ¿en dónde está el resto del país; en dónde, ese otro México?
Está extraviado, congelado. Creo que, en gran parte, por la creciente incapacidad para debatir el tema de la violencia y el crimen. Todo sigue siendo una politizada repartición de culpas. Y bien dijo ayer en Laberinto el historiador francés Patrick Boucheron: "Nos odiamos cuando no sabemos discutir".
Ojalá la tragedia guerrerense sirva al menos para encauzar un discurso de unidad en la lucha contra los criminales, cuya victoria (Enrique Krauze dixit) no llegará antes de una generación.
Entre otras cosas, porque ya vimos que es una historia que no se puede ocultar por decreto.
Leído en http://www.debate.com.mx/eldebate/noticias/editoriales.asp?IdArt=15470983&IdCat=17203
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