Lo que tanto se había negado, ya enseñó su verdadero rostro: López Obrador convocó a una manifestación en el Zócalo para el domingo 26, contra la reforma energética y para decidir acciones a tomar ante la desaparición de 43 normalistas en Iguala.
Ese día van a confluir todos los movimientos que hay en los estados, más los estudiantes de la capital, en un mitin que va a encabezar su líder López Obrador.
Estamos viendo el proceso –que en este espacio hemos consignado con insistencia– mediante el cual la justa indignación nacional por los desaparecidos en Iguala se transforma en un movimiento destinado a quebrar la institucionalidad del país.
Al frente de esa asonada está, como habíamos dicho en esta columna, el excandidato presidencial y líder de Morena.
Resulta paradójico que este personaje tome el liderazgo de la protesta por los desaparecidos en Iguala, cuando él apoyó a Aguirre Rivero para que fuera gobernador, y el alcalde prófugo es el ahijado político de Lázaro Mazón, destapado por AMLO para la gubernatura estatal.
Se trata de un oportunismo impúdico que nace de su desbordada ambición de poder.
¿Qué viene? Viene violencia en distintas partes del país, incluida la capital.
El miércoles pudimos ver cómo grupos de embozados apedrearon la sede de la PGR. No tardará en haber más actos violentos, porque el destino final de la aventura de López Obrador es romper el orden constitucional y que se convoque a nuevas elecciones. No lo digo yo, lo dice él.
Más allá de las estrategias desestabilizadoras de AMLO, es triste ver cómo se utiliza la violencia para protestar contra otro acto violento, como fue el secuestro de los normalistas en Iguala.
Se ha anunciado que habrá bloqueos en todas las carreteras de Guerrero, “para impedir el paso de camiones de empresas trasnacionales”.
¿Se puede saber qué tienen que ver las empresas trasnacionales con los desaparecidos de Iguala?
Nada, absolutamente nada. De lo que se trata es de llamar la atención internacional y poner a México como un país en convulsión.
La traición a México está ahí, en dañar al país.
También van a tomar aeropuertos, como medida de presión “para que aparezcan vivos los normalistas de Ayotzinapa”.
Anunciaron que tomarán todas las estaciones de radio en Guerrero, así como la totalidad de los ayuntamientos.
Eso es violencia y además una provocación, pues la obligación del estado es garantizar el funcionamiento de las alcaldías, de los aeropuertos, de las carreteras y de las estaciones de radio que son privadas.
Su hoja de ruta conduce a la toma del poder. Quien tiene el monopolio de la fuerza es el que gobierna. En este caso, serán ellos.
Y si las autoridades, federales o estatales, recurren al legítimo uso de la fuerza para impedir los desmanes y asaltos que ya se están perpetrando contra edificios públicos y propiedad privada, habrá enfrentamientos y nuevas víctimas.
Es lo que quieren: más sangre para deslegitimar al gobierno y ponerlo entre la espada y la pared.
De Guerrero se vendrán a la capital, donde confluirán con el movimiento estudiantil del Politécnico y de otras universidades del Distrito Federal.
¿Qué va a hacer Miguel Mancera cuando haya violencia contra la ciudad?
¿Qué va a hacer el gobierno federal cuando intenten dislocar por completo la capital de la república, con actos de violencia y salvajismo?
La conspiración está en marcha. Pronto conoceremos su desenlace.
Twitter: @PabloHiriart
Leído en http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/amlo-entra-en-escena.HTML
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