Algo está muy mal en México cuando
tantas personas culpan al presidente Enrique Peña Nieto por lo que
ocurrió el 26 de septiembre pasado en Iguala. Y está mal porque los
verdaderos responsables de esta desaparición y seguro asesinato de los
43 normalistas de Ayotzinap, son los ex funcionarios estatales y
municipales de Guerrero, que están plenamente identificados por las
autoridades y la opinión pública, y sus padrinos políticos.
Los
manifestantes que han tomado y bloqueado las calles, carreteras y
plazas y han ocupado o destruido edificios públicos en varios lugares
del país gritan consignas contra Peña Nieto, su gobierno y su partido,
el PRI, pero rara vez se escucha un ¡Muera Aguirre! o ¡Muera Abarca! o
¡Abajo el PRD! o ¿Muera el PEJE! O ¡Abajo el PAN!
Hasta donde recuerdo, fueron policías municipales de Iguala y Cocula, ambos municipios gobernados por el PRD, quienes secuestraron a los 43 estudiantes para después entregarlos a unos sicarios de la banda delincuencial Guerreros Unidos, grupo criminal que aparentemente estaba íntimamente vinculado a la esposa de José Luis Abarca, el presidente municipal perredista de Iguala.
Hasta donde recuerdo, el 26 de septiembre Guerrero era gobernado por un expriísta desprestigiado que el PRD recibió en su seno para inmediatamente lanzarlo como su candidato a la gubernatura guerrerense.
Hasta donde recuerdo, Abarca había sido investigado por las autoridades federales durante la presidencia del panista Felipe Calderón y nadie actuó contra él pese a que existían fuertes indicios que permitían suponer que su enriquecimiento inexplicable se debía a sus vínculos con la delincuencia organizada.
Hasta donde recuerdo, el entonces candidato presidencial del PRD, Andrés Manuel López Obrador, no hizo nada para impedir que Abarca fuera el candidato perredista a la presidencia municipal de Iguala, a pesar de que varias veces le dijeron que mantenía vínculos más que cercanos con miembros de la delincuencia organizada.
Hasta donde recuerdo, el entonces gobernador perredista de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero, se empeñó en que la investigación del caso la realizara la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJ-GRO) encabezada por Iñaky Blanco y no la Procuraduría General de la República (PGR), la cual atrajo el caso hasta el 5 de octubre después de que se descubrieron en Iguala las tumbas clandestinas con restos humanos que resultaron no ser de los normalistas secuestrados.
Hasta donde recuerdo, ni Enrique Peña Nieto ni algún miembro de su gabinete estaban en Iguala el 26 de septiembre pasado, ya fuera para asistir al informe que como presidenta del DIF municipal rindió la esposa de Abarca, María de los Ángeles Pineda, o al baile que se organizó para festejar su labor al frente de dicho organismo.
En resumen, los responsables directos de lo que ocurrió en Iguala son perredistas y experredistas y tienen nombres y apellidos: Ángel Aguirre, José Luis Abarca, Andrés Manuel López Obrador, Jesús Zambrano, Jesús Ortega. Los partidos que postularon como candidatos a los dos primeros fueron el PRD, PT y Movimiento Ciudadano. Si esta es la realidad de las cosas, ¿por qué en marchas y manifestaciones los gritos, mantas y pancartas son contra Peña Nieto y el PRI?
¿Quiénes están detrás de esta estrategia que ha transferido la culpa de los verdaderos responsables de la tragedia de Iguala a quienes no tienen ni tuvieron vela en el entierro?
Hasta donde recuerdo, fueron policías municipales de Iguala y Cocula, ambos municipios gobernados por el PRD, quienes secuestraron a los 43 estudiantes para después entregarlos a unos sicarios de la banda delincuencial Guerreros Unidos, grupo criminal que aparentemente estaba íntimamente vinculado a la esposa de José Luis Abarca, el presidente municipal perredista de Iguala.
Hasta donde recuerdo, el 26 de septiembre Guerrero era gobernado por un expriísta desprestigiado que el PRD recibió en su seno para inmediatamente lanzarlo como su candidato a la gubernatura guerrerense.
Hasta donde recuerdo, Abarca había sido investigado por las autoridades federales durante la presidencia del panista Felipe Calderón y nadie actuó contra él pese a que existían fuertes indicios que permitían suponer que su enriquecimiento inexplicable se debía a sus vínculos con la delincuencia organizada.
Hasta donde recuerdo, el entonces candidato presidencial del PRD, Andrés Manuel López Obrador, no hizo nada para impedir que Abarca fuera el candidato perredista a la presidencia municipal de Iguala, a pesar de que varias veces le dijeron que mantenía vínculos más que cercanos con miembros de la delincuencia organizada.
Hasta donde recuerdo, el entonces gobernador perredista de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero, se empeñó en que la investigación del caso la realizara la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJ-GRO) encabezada por Iñaky Blanco y no la Procuraduría General de la República (PGR), la cual atrajo el caso hasta el 5 de octubre después de que se descubrieron en Iguala las tumbas clandestinas con restos humanos que resultaron no ser de los normalistas secuestrados.
Hasta donde recuerdo, ni Enrique Peña Nieto ni algún miembro de su gabinete estaban en Iguala el 26 de septiembre pasado, ya fuera para asistir al informe que como presidenta del DIF municipal rindió la esposa de Abarca, María de los Ángeles Pineda, o al baile que se organizó para festejar su labor al frente de dicho organismo.
En resumen, los responsables directos de lo que ocurrió en Iguala son perredistas y experredistas y tienen nombres y apellidos: Ángel Aguirre, José Luis Abarca, Andrés Manuel López Obrador, Jesús Zambrano, Jesús Ortega. Los partidos que postularon como candidatos a los dos primeros fueron el PRD, PT y Movimiento Ciudadano. Si esta es la realidad de las cosas, ¿por qué en marchas y manifestaciones los gritos, mantas y pancartas son contra Peña Nieto y el PRI?
¿Quiénes están detrás de esta estrategia que ha transferido la culpa de los verdaderos responsables de la tragedia de Iguala a quienes no tienen ni tuvieron vela en el entierro?
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