miércoles, 12 de noviembre de 2014

Eduardo Ruiz Healy - ¡Pruebas!

Admiro enormemente lo que el sacerdote Alejandro Solalinde hace, arriesgando su propia vida, para mejorar la situación de los migrantes mexicanos, centro y sudamericanos que enfrentan miles de peligros y a la muerte misma para ir del sur al norte de nuestro país con el objetivo de llegar a Estados Unidos y encontrar las oportunidades para tener una vida digna que les es imposible disfrutar en sus países de origen.

Solalinde es admirado por defender a esos migrantes y denunciar a las autoridades mexicanas que abusan y explotan a esas personas que han dejado todo en busca del llamado sueño americano. Es, indudablemente, un hombre valiente como pocos.
Debido a que es reconocido y admirado, cuando dice algo la gente lo escucha y le cree. Goza de una gran credibilidad y por eso sus palabras nunca son cuestionadas.







A principios de octubre, cuando policías federales, soldados, policías comunitarios y civiles buscaban a los 43 estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa que fueron secuestrados por policías municipales de Iguala y Cocula, se descubrieron en el primero de esos municipios varias tumbas clandestinas que contenían 38 cuerpos.

El 17 de octubre, antes de que se estableciera la identidad de alguno de los cadáveres, antes de que se supiera el destino que habían corrido los 43 estudiantes desaparecidos, Solalinde aseguró que los normalistas estaban muertos. A la agencia de noticias rusa Novosti le dijo: “Estaban heridos, y así como estaban heridos, los quemaron vivos, les pusieron diésel. Eso se va a saber. Dicen que hasta les pusieron madera, algunos de ellos estaban vivos, otros muertos”.

En torno a lo que dijo el sacerdote comenté en mi programa de radio y TV. Dije que Solalinde es una persona admirable pero que estaba obligado a aportar pruebas que confirmaran lo que aseguró. 


Pasaron los días y lo que Solalinde dijo el 17 de octubre resultó ser cierto. El viernes 7 de noviembre, el Procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, informó que las investigaciones señalaban que los 43 estudiantes muy probablemente fueron asesinados y sus cuerpos incinerados en el basurero municipal de Cocula, en donde se encontraron restos humanos calcinados. Habrá que esperar semanas o meses para saber a ciencia cierta si los huesos y dientes encontrados pertenecen o no a alguno o algunos de los desaparecidos.

El lunes pasado, Solalinde dijo algo que nuevamente ha generado turbulencia y puesto en aprietos al gobierno federal. Ante estudiantes de la Universidad de Guadalajara aseguró que el expresidente municipal perredista de Iguala, José Luis Abarca, no fue capturado en Iztapalapa, como lo informó la PGR. Solalinde dijo, entre otras cosas, que “lo encontraron en Veracruz y lo fueron a sembrar a territorio opositor en el Distrito Federal, en Iztapalapa, donde hay tantos electores”.

En vista de que este hombre no se ha equivocado en sus anteriores señalamientos es lógico suponer que la mayoría de los mexicanos creen sin cuestionar lo que sañaló. Yo mismo no me sorprendería si lo que afirma resultara ser verdad.

Sin embargo, es el que acusa y no el acusado quien debe probar lo que afirma. Por eso, nuevamente le pido a Solalinde que aporte las pruebas que demuestren que la captura de Abarca fue un montaje ideado y ejecutado por el gobierno federal. Mientras no lo haga, no le creeré y no le debería creer nadie.

¡Pruebas! don Alejandro. ¡Pruebas!




Leído en http://criteriohidalgo.com/notas.asp?id=274860



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