miércoles, 10 de diciembre de 2014

Eduardo Ruiz Healy - Un admirable ejercicio de autocrítica

El Comité de Inteligencia del Senado de Estados Unidos, que hasta el 2 de enero del año entrante presidirá la senadora demócrata por California, Diane Feinstein, presentó ayer el resumen ejecutivo de su reporte sobre el programa de detención e interrogatorio de la CIA — un documento de 6 mil páginas que contiene 35 mil pies de página y análisis de más de 6 millones de registros y correspondencias de la CIA.
Para justificar el hacer público el reporte, Feinstein dijo que éste difícilmente hubiera visto la luz del día en caso de que los republicanos controlaran el Senado, ya que los actos ilegales que se denuncian en el documento se perpetraron durante la administración del presidente republicano George W. Bush y añadió que “este es claramente un período de agitación e inestabilidad en muchas partes del mundo que, por desgracia, va a continuar en el futuro si este informe es liberado o no”.







Aceptó que algunos podrían usar el informe como una excusa para la violencia y que no hay manera de evitar que eso ocurra “pero la historia nos juzgará por nuestro compromiso con una sociedad regida por la ley y la voluntad de afrontar una cruda verdad y decir, ‘Nunca más’.” Expresó que llegó “a la conclusión de que la grandeza de Estados Unidos es ser capaz de decir que cometimos un error y vamos a corregirlo y a continuar desde ahí” y que las torturas aplicadas por la CIA son “una mancha a nuestros valores e historia”.


Son muchas las atrocidades que se detallan en el reporte que puede verse en http://www.nytimes.com/interactive/2014/12/09/world/cia-torture-report-document.html y otros sitios en el internet. Por razones de espacio no las enumero aquí.


El expresidente Bush y otros altos exfuncionarios de su gobierno han defendido el uso de la tortura alegando que solo así se podía tener la información necesaria para impedir más ataques terroristas contra Estados Unidos y sus aliados. 


Sin embargo, el senador republicano por Arizona y ex candidato presidencial John McCain, quien como prisionero de guerra en Vietnam fue sujeto a brutales torturas, dijo ayer saber “por experiencia propia, que el abuso de prisioneros producirá más mala que buena inteligencia… que la víctima de la tortura ofrecerá información intencionalmente engañosa si cree que sus captores lo creerán… que dirán lo que piensan que sus torturadores quieren que digan si creen que detendrá su sufrimiento… el uso de la tortura pone en riesgo lo que más nos distingue de nuestros enemigos, nuestra creencia de que todas las personas, incluso los enemigos capturados, poseen derechos humanos fundamentales… éstas prácticas perjudicaron nuestros intereses de seguridad así como nuestra reputación como una fuerza para el bien en el mundo”.


Lo que ocurrió ayer en el Senado de Estados Unidos es un ejercico admirable de autocrítica a lo que se hizo mal y una buena manera de prevenir que brutalidades simialres se vuelvan a cometer.
En México no caería nada mal un ejercicio similar.
 

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