En medio de la tormenta por los bajos precios del petróleo y la caída de la producción de crudo,
México ha encontrado un haz de luz para su industria energética. Este
jueves la Comisión Nacional de Hidrocarburos ha presentado los primeros
contratos con los que comenzará la apertura del sector a la inversión
privada. El anuncio de esta convocatoria llega a un año de que el
Congreso mexicano aprobara la reforma energética
y tras un miércoles negro en que la mezcla mexicana de exportación se
cotizó en 52,72 dólares por barril, el nivel más bajo desde 2009.
La convocatoria ofrece a los inversionistas 14 bloques de petróleo y gas
en aguas someras del Golfo de México, frente a las costas de los
Estados de Veracruz, Tabasco y Campeche, para su exploración y
explotación. Son unos 4.222 kilómetros cuadrados en los yacimientos de Cantarell y Ku Maloob Zaap,
que durante varios años han sido la principal fuente de crudo de
Petróleos Mexicanos (Pemex), pero que ahora han comenzado a mostrar un
importante declive en su producción. La clave de abrir estos campos en
un primer movimiento, señalan desde la Secretaría de Energía, será para
que la producción y las reservas de crudo en México se incrementen lo
más pronto posible. “Buscamos empresas que nos ayuden a restituir las
reservas y la producción”, ha comentado Lourdes Melgar, subsecretaria de
Hidrocarburos.
Esta es apenas la primera parte de 169 campos que el Gobierno mexicano ofrecerá en la Ronda Uno.
El próximo grupo de bloques será anunciado en enero de 2015 y
contemplará campos en aguas someras que ya están listos para ser
explotados. Juan Carlos Zepeda, presidente de la Comisión Nacional de
Hidrocarburos, ha explicado que las compañías petrolíferas también serán
convocadas a participar en yacimientos en aguas profundas, así como en
no convencionales en la región de Chicontepec. Sin embargo, señaló que
los contratos y las convocatorias serán publicados con otras condiciones
el próximo año.
El Gobierno mexicano ha puesto las reglas para las
compañías que desean invertir en el petróleo mexicano. En este primera
etapa ha optado por contratos de producción compartida y el porcentaje
que le pertenece al Estado será definido según cada convenio. Las
condiciones de los primeros acuerdos impiden, por ejemplo, que una
empresa participe en más de cinco proyectos del primer grupo anunciado.
Los inversionistas deberán contar un capital mínimo de 1.000 millones de
dólares para ser considerado como candidato a un contrato. Las
compañías petrolera podrán asociarse, pero no podrán participar en más
de un consorcio.“Queremos que haya un proceso de competencia. No que las
grandes empresas se agrupen entre ellas”, ha justificado Zepeda.
De cara a un panorama gris en la economía mexicana y un
sector petrolero en caída, el Gobierno mexicano ha fijado como meta que
en 36 meses estén funcionando unos 26 pozos que puedan obtener unos
80.000 barriles de crudo diarios, y esperan una inversión de 1.000
milones de dólares . El optimismo desbordado por la Administración del
presidente Enrique Peña Nieto
durante casi todo el año, se ha transformado en prudencia en los
últimos meses, incluso en el anuncio de las primeras inversiones del
sector privado. “Por la disminución del precio del petróleo podríamos
tener un número de participantes menor al que hace tres meses”, reconoce
Miguel Messmacher, subsecretario de Ingresos.
Los funcionarios mexicanos han insistido en que la nueva
etapa del sector energético mexicano se desarrollará sobre la
transparencia y la lucha contra la corrupción. “La reforma energética
construyó normas, instituciones, pesos y contrapesos sin precedentes”,
ha señalado el secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, en el acto
de presentación de los contratos. El proceso de licitación de cada uno
de los covenios tendrá un seguimiento en línea que permitirá conocer los
detalles de cada uno de ellos, además, ha explicado Zepeda, las
empresas que sean sorprendidas en actos de corrupción no tendrán más
oportunidades de presentar propuestas en México.
En enero, el Gobierno mexicano hará público un atlas
geológico, conocido como cuarto de datos, donde los futuros
inversionistas podrán acceder, por una tasa de 360.000 dólares, a toda
la información sobre los campos a explorar. A partir de entonces las
compañías tendrán seis meses para preparar sus propuestas y comenzar a
mover ficha.
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