Es evidente y conocido que el presupuesto federal de egresos se financia
en más de 30% de las exportaciones petroleras. De acuerdo a esta
afirmación incontestable si el precio del crudo se desploma de 102
dolares a 80, un rango a partir del cual se estructuró el presupuesto
para 2015, en ese orden de ideas la política de gastos e inversiones
públicas debería ajustarse técnicamente hasta llegar a los actuales 54
dólares por barril y evitar así caer en políticas temerarias e
irresponsables. De todos es sabido que hay una garantía de 76 dólares
por barril para el petróleo mexicano, sí claro, sí, sólo que este seguro
no cubre todas las exportaciones en el precio que sea. ¿Cuáles son las
opciones que las autoridades financieras podrían administrar?
Una sería, como ya quedó asentado, ir reduciendo el presupuesto federal
de egresos según se vaya ajustando el precio del petróleo con el ánimo
de no volver a perder la salud financiera muy a pesar de la frustración
que implicaría dicha medida de cara a los planes financieros del actual
gobierno. Dos: bien podría optarse, como ya se hizo en otros tiempos,
por financiar el déficit presupuestal mediante la emisión de dinero
fresco tratando de acabar de un plumazo con la autonomía del Banco de
México. Tres: para paliar la crisis financiera se podría recurrir a la
contratación de más deuda pública, mucho más que de la que ya se
contrató mucho antes de la presente crisis solo para llegar a los
catastróficos escenarios conocidos de 1976 y 1982.
La realidad inescapable consiste en no perder nunca de vista que a
partir del descubrimiento de gigantescos yacimientos petrolíferos en
México a partir de 1980, se prefirió financiar casi el 40% del
presupuesto federal de egresos con cargo a las exportaciones de crudo,
en lugar de instrumentar una política tributaria audaz y valiente que no
dependiera de los ingresos de divisas provenientes de las ventas de
crudo. Dicha reforma bien pudo haber consistido en la imposición de un
IVA universal incluidos la canasta básica, las medicinas y los
alimentos. ¿Qué sucede al día de hoy? Que el populismo tributario, esa
demagogia fiscal que facilitó la estancia del PRI en el poder a partir
de esa fecha, hoy se convierte en una crisis en el entendido de que el
desplome de los precios del petróleo implica la cancelación del proyecto
faraónico de obras públicas imprescindibles, eso sí, que tenía
planeadas el presidente Peña Nieto. ¿Por qué la demagogia tributaria?
¿Por qué nos negamos a “despetrolizar” las finanzas públicas que
dependían de los precios internacionales del crudo?
Es evidente que la imposición de gravámenes federales implica un
evidente desgaste político para los partidos en el poder, desgaste que
se ignoró por la vía de los hechos muy a pesar de los temerarios
peligros que esta situación conllevaba. Hoy se cae el precio del
petróleo y se deben contraer severamente las políticas presupuestales
antes de caer en un nuevo populismo financiero de fatales consecuencias.
El hecho de que se pretenda financiar el desplome de los ingresos
petroleros mediante la emisión de dinero fresco o de incrementos
irresponsables al déficit o por medio de más contratación de deuda
pública, cualquiera de estas últimas opciones, significaría que las
actuales autoridades financieras jamás aprendieron nada de la historia
económica y monetaria de México.
Por más que agreda, y por más que duela cancelar promisorios proyectos
de obras públicas de gran lucimiento político, ante la ausencia de una
valiente estructura tributaria, se debe reducir proporcionalmente el
presupuesto federal de egresos para que jamás se vuelvan a repetir los
escenarios del año 76 o del 82. Se debe imponer una disciplina
financiera realista para no volver a padecer los horrores de nuevas
devaluaciones monetarias producto evidente de la incapacidad financiera
de nuestros políticos ante la falta de una estructura autónoma
tributaria que se debió haber construido en los últimos 44 años.
¿Resultado? Ahora los mexicanos no tendríamos que sufrir los costos de
una contracción presupuestal ni caer en la tentación de precipitarnos en
una nueva inercia de endeudamiento del que únicamente podría advenir el
caos.
Leído en http://www.debate.com.mx/opinion/Realismo-presupuestal-20141212-0029.html
Los derechos de autor son propiedad de los columnistas y sus periódicos; las columnas de los foristas son responsabilidad de ellos mismo; los comentarios, mentadas de madre y albures en Disqus son, también, responsabilidad de los foristas. Este lugar no tiene fines de lucro Aquí no se censura ni se modera. CUANDO SE PUBLIQUEN DATOS PERSONALES, POR SEGURIDAD, LOS POSTS SERÁN BORRADOS. Contacto: lafaunademilenio@gmail.com
RECOMENDACIONES Y COLUMNAS DE OPINIÓN
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, sean civilizados.