Entender cabalmente qué fue lo que sucedió en Iguala con los normalistas de Ayotzinapa es imperativo: para que se haga justicia y para que nunca más suceda algo parecido. Esto, me parece, es una obligación moral para cualquier ciudadano que se precie de serlo.
Una manera de impedirlo consiste en dividir la investigación en dos áreas, unidas por la causalidad pero separadas por el interés político. Por un lado, exigir castigo a los victimarios esbueno (siempre y cuando sean los que sirven al interés político). Pero tratar de entender por qué fueron víctimas, qué hacían en Iguala, quién los envió y para qué, es malo.
Soslayar esas preguntas atenta contra el respeto que merecen las víctimas: se les niega una justicia que solo puede derivar de la narrativa de los hechos perentoria en cualquier investigación criminal seria. Traté este asunto en mi columna del 6 de enero. Si vuelvo al tema es porque se me ha dicho que preguntarlas, además de malo es cobarde, reaccionario, trasnochado, milenarista, arcaizante, engañoso y evidencia de que estoy al servicio delrégimen. Y por si algo faltare, quien ose hacer esas preguntas es culpable de “justificar la represión” y propiciar más represiones aún.
LEE EL RESTO DE LA COLUMNA EN http://www.letraslibres.com/blogs/el-minutario/ayotzinapa-entender-la-mitad
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