Esto lo supo Guillermo de Bakersville, ese Sherlock medieval que emana de la pluma de Umberto Eco en El nombre de la rosa,
cuando descubre que los asesinatos cometidos en la Abadía que lo
refugiaba eran producto de la lucha de un fiero monje, gestor de
crímenes y pecados, en su lucha por destruir el mítico libro perdido de
Aristóteles sobre la comedia. La risa es peligrosa, y los cruzados que
matan para desterrarla, lo hacen a riesgo de cometer pecado con la
esperanza de ser absueltos por su dios.
Guillermo aprecia que
Aristóteles “ve la disposición a la risa como una fuerza buena, que
puede tener incluso un valor cognitivo”. La risa te abre las puertas de
la percepción. Y su némesis yihaidista de aquellos tiempos afirma: “La
risa es la debilidad, la corrupción, la insipidez de nuestra carne”. “La
risa distrae al aldeano del temor de dios, lo libera del miedo al
diablo”.
Ante el monje fanático y ciego, la risa es la más poderosa de las blasfemias.
Para
los fundamentalistas de toda índole, el humor que desata la risa frente
a la ridiculez de la solemnidad y sus guaruras, es peligrosa. La
caricatura es más efectiva, en trazos desestabiliza creencias,
artificios y sofismas.
Por eso el atentado en París perpetuado por
el Estado Islámico donde reptan los ayatolas, no fue sobre todas esas
agrupaciones ultraderechistas lepennistas que buscan perpetrar una
corriente antiislamista, ni aún en contra de intelectuales como Michel
Houllebecq de amplia popularidad por sus diatribas mordaces en contra
del fundamentalismo. No. El atentado más grave en Francia en 21 años
cayó sobre la redacción del Charlie Hebdo, un pequeño tabloide
impío, hecho de monos y cartones altisonantes, escatológicos, bravos,
mordaces, de una rabiosa inteligencia.
Para los fanáticos, la risa
es más temible que los Abarca de la parca cargados de blasfemias y cual
encarnación del mal, prefieren destruirla antes que exorcizarla.
Por
eso, en un arrebato, Guillermo de Barkersville afirma lo siguiente
sobre la naturaleza diabólica del dogmático: “El diablo es la arrogancia
del espíritu, la fe sin sonrisa, la verdad jamás tocada por la duda”.
Lo
único sospechoso es que las autoridades francesas reaccionaron de
inmediato, capturaron sospechosos y el presidente Hollande —víctima
reiterada de la sátira de la publicación— se presentó sin dudar en el
lugar de la tragedia. Así bien raro. ¿O será que en México no estamos
acostumbrados?
Nomás falta que el Mirrey del Castillo afirme que la violencia está focalizada en París y no en Michoacán.
jairo.calixto@milenio.com
www.twitter.com/jairocalixto
Leído en http://www.milenio.com/firmas/jairo_calixto_albarran/Je-suis-Charlie-peligros-risa_18_442335799.html
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