Y no me refiero a lo que pudiera pensar el peso frente al dólar, sino
al sentimiento que me venía embargando ante el fin del periodo
vacacional, con varios kilos de más. Acá, mientras disfrutaba de las
maravillas del último gasolinazo que con un poco de suerte no
será verdaderamente el último (es increíble que cundan las quejumbres
borrascosas cuando deberíamos de estar ávidos de cooperar con el
licenciado Peña) comencé a sentirme como Hipólito Mora luego de ser
acusado hasta del fusilamiento de Maximiliano, es decir como un pendejo.
No
solo por la sobredosis de recalentado que nunca se acaba, sino por no
haber sopesado el verdadero valor de uno de los personajes más
admirables del año pasado, y no estoy pensando en la Lady Killer de Iguala, la ñora Abarca de la Parca, a la que le tuvieron que ampliar el arraigo porque nomás la PGR no le puede fincar las responsabilidades.
No,
pienso en la infanta Cris-cris-Cristina, cuyo pecado fue no querer más
que dinero, más allá de la herencia de su padre reyezuelo.
Un
personajazo que, con todo el escándalo judicial que encabeza, para 2015
se proyecta incluso por encima de Kim Jong Un, el más grande publicista
de Hollywood cuya influencia en la taquilla de The Interview solo puede ser comparada con la de Serrano Limón con El crimen del padre Amaro.
A
la infanta Cris-cris-Cristina se le ve azuzada y vilipendiada, arrojada
al exilio por su noble parentela, sentenciada mediáticamente, linchada
socialmente junto a su marido, acusado de vivales y traficante de
influencia y corrupto. Y todo por defender a su Iñaki Urdangarín como la
adelita nice, Paulina Castañón, hiciera con Raúl Salinas y sus
alias. Y todo por forjarse una vida alejada de crisis y pobrezas, la
pobre Cristina Federica Victoria Antonia de la Santísima Trinidad está
pasando inmerecidamente pura pena, penita, pena.
Así, la infanta
debería dejar el trago amargo para mirar hacia una tierra como la
nuestra donde la gente de su estirpe es bien recibida y cobijada con un
blindaje moral, pero sobre todo legal, contra el peladaje.
Cris-cris-cristina
podría dar cursos intensivos de administración de enriquecimiento
inexplicable, e Iñaki tendría que contribuir a explicarle a los de su
raza moreiriana que nunca hay que renunciar a la presunción de la
riqueza, pero hay que hacerlo con estilo y elegancia no como hijos de
líderes charros sindicales y petroleros, ni a fuerza de porches
amarillos ni subiendo fotos macuarras al Facebook.
Si no adoptamos a la infanta nos sentiremos como pendejos.
jairo.calixto@milenio.com
www.twitter.com/jairocalixto
Leído en http://www.milenio.com/firmas/jairo_calixto_albarran/siento-pendejo_18_440535967.html
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