Se fulminó, nada menos, que al hombre más poderoso de Guerrero.
Ángel Aguirre Rivero está fulminado. La detención de su hermano Mateo
y de la pandilla guerrerense acusada de lavado de dinero por 287
millones de pesos, no es un acto más en contra de políticos corruptos.
No. Va mucho más allá y tiene varias lecturas que modificarían presente y
futuro del convulsionado y violento Guerrero.
Hoy, el mazazo en la nuca de Aguirre y de sus secuaces —en sentido literal— golpea también al PRD y a la izquierda por los caminos del sur. Así como el affaire Murat le pega al gobierno peñista, el de Aguirre da en la línea de flotación del perredismo. Ya veremos ambos daños colaterales.
Por lo pronto, habrá consecuencias por el nocaut a Ángel Aguirre:
1) Se fulminó, nada menos, que al hombre más poderoso de Guerrero. Cobijado, impulsado y protegido por Rubén Figueroa Alcocer, Aguirre Rivero
pronto montó una estructura de poder con miras a su objetivo principal:
la gubernatura. Despreciado por el PRI en 2010, que prefirió a Manuel Añorve como su candidato a la gubernatura, Aguirre fue impulsado por el PRD gracias a su relación con el entonces jefe de Gobierno del DF: Marcelo Ebrard, hoy, paradójicamente, caído también en desgracia. Aguirre y Marcelo son botones de muestra de esa rueda de la fortuna llamada política.
2) Cuando llegó la matanza de los estudiantes de Ayotzinapa, Aguirre cayó por una relación peligrosa: los Abarca. La intimidad entre el gobernador y María de los Ángeles Pineda fue emblema de la conexión Aguirre-Mazón-Abarca
que constituía una red de poder que, si bien les alcanzó para
encumbrarse, igualmente, por su propio peso e influencia, los hundió.
3) El desplome de Aguirre llega en un momento crucial para Peña Nieto y el PRI: si bien el caso Ayotzinapa ha sumido al gobierno federal en el descrédito e inmovilidad, hoy saben que con Aguirre
fuera de combate y el PRD vapuleado, se les presenta una oportunidad de
oro para recuperar Guerrero tras la hegemonía perredista en la
gubernatura, desde Zeferino Torreblanca en 2005. Diez años de poder amarillo podrían concluir.
4) ¿Por qué mete las manos el gobierno en la detención del hermano de Ángel Aguirre
y de su pandilla? Por casi nada: de recuperar el PRI la gubernatura
guerrerense, el priismo tendría la vía para intentar enderezar el camino
de Ayotzinapa, darle un viraje histórico y, en consecuencia, cerrar el
episodio. Hasta hoy, los exhortos presidenciales del “ya supérenlo”,
hasta el “no podemos seguir entrampados”, no han funcionado. Por eso, la
elección de junio se presenta como una enorme posibilidad para el peñismo de remontar la cuesta de Ayotzinapa.
5) ¿Y el PRD? En la lona por una razón de fondo: postularon a un Ángel Aguirre creado bajo las formas, mañas y artimañas del priismo de los Figueroa. Poco les importó a los perredistas que Aguirre
no fuera un hombre de izquierda. La ambición de poder cegó, en 2010,
año de la postulación de candidatos, al entonces presidente del PRD, Jesús Ortega, y a Marcelo Ebrard, quienes vieron en Aguirre al único capaz de vencer a Añorve y al priato. No se equivocaron. Y hoy pagan las consecuencias.
6) Desde 2011 fueron públicos los excesos de Aguirre
y su pandilla: se documentó que, por lo menos 93 familiares directos de
él —hermanos, tíos, sobrinos, primos— y de dos de sus hombres clave: el
secretario general de Gobierno, Humberto Salgado, y el tesorero, Jorge Silverio Salgado, tenían plazas en el gobierno del estado. Todos cobraban (SinEmbargoMX/10/X/2011).
7) ¿Acaso el PRD no sabía cómo estaba gobernando Ángel Aguirre? ¡Por supuesto que sí! Pero nada hicieron Los Chuchos ni Ebrard (padrino político de Aguirre en ese proceso) ni el resto de la nomenclatura perredista hoy encabezada por Carlos Navarrete. Cerraron los ojos ante los abusos de Aguirre —al estilo priista—, y nada dijeron. Hoy lo están pagando: el PRD está en sus niveles más bajos ante los ciudadanos.
8) El 7 de junio se presenta como una elección de alto riesgo, ante
las amenazas de la CETEG de evitar los comicios. Del lado del PRI ya hay
candidato: Héctor Astudillo, un político mediano que
no garantiza grandes cosas. El PRD aún no tiene gallo. Sin embargo, la
pregunta se impone: ¿tras la caída de Aguirre, el senador Armando Ríos Piter cambiará de opinión y ahora sí, sin el cacique estorbándole, aceptará ser candidato a la gubernatura?
9) Con la caída de su familia, Ángel Aguirre Herrera podrá darse por muerto para contender por la alcaldía de Acapulco por el PRD.
10) Con la desgracia de Ángel Aguirre, el campo de
batalla guerrerense queda abierto. Ya veremos si el PRI lo recupera o el
PRD se levanta de la lona para seguir gobernándolo.
Es Guerrero. Y su presente y futuro.
Twitter: @_martinmoreno
Leído en http://www.excelsior.com.mx/opinion/martin-moreno/2015/02/13/1008086
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