viernes, 15 de mayo de 2015

Juan Villoro - Liquidámbar

Mi padre murió sin una disposición clara de lo que debíamos hacer con sus cenizas. En una de nuestras más incómodas conversaciones, toqué el tema y contestó con un hartazgo que su sonrisa volvía casi entusiasta: "¡Tírenlas donde quieran!".



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