El único partido que puede hacerle sombra al PRI llega dividido a las elecciones municipales y estatales que se celebran el próximo domingo en México. La guerra interna que libra el PAN —la derecha— le impide capitalizar el descontento de los votantes con el presidente Enrique Peña Nieto y sacar provecho de la crisis de la izquierda mexicana, aún más fracturada que el propio PAN.
La formación que acabó con 70 años de gobiernos del PRI, inaugurando así un periodo de mayor apertura en la política mexicana, tiene como objetivo superar el 25% de votos que consiguió en las presidenciales de 2012. Con ese resultado, el presidente del partido, Gustavo Madero, recuperaría el segundo puesto y miraría con optimismo las generales de 2018, cuando planea recuperar el poder nacional.
Antes, Madero tendrá que librar una ardua batalla en el seno de su partido. El expresidente Felipe Calderón (2006-2012), el hombre que sumergió a México en una guerra contra el narco que se saldó con 80.000 muertos y 20.000 desaparecidos, no comulga con Madero y sigue teniendo ascendencia en las bases, pese a que su imagen pública quedó muy debilitada.
Desde Los Pinos, la residencia presidencial, Calderón dominaba el PAN. El ascenso de Madero a la cúpula del partido cortó ese cordón umbilical. El entonces presidente no pudo imponer a su candidato a las elecciones de 2012, Ernesto Cordero, y ni siquiera la amplia derrota de Josefina Vázquez Mota frente a Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador, que fue segundo, le permitió retomar las riendas. En seis años, el partido pasó de ser la opción preferida de los mexicanos a no tener posibilidades de victoria.
Los resultados del próximo domingo se antojan claves para el devenir del PAN. “Pasa por un momento muy difícil”, explica la catedrática del Colegio de México Soledad Loaeza, “quizá el más complicado de su historia. Las tensiones internas lo debilitan. La hostilidad que se tienen Madero y Calderón parece inacabable”.
A juicio de Loaeza, uno y otro representan dos opciones muy distintas. Loaeza ve al expresidente como alguien cercano al neoliberalismo y las políticas del Banco Mundial; y a Madero lo enmarca dentro de la tradición democristiana. De la órbita de uno de los dos, salvo invitados de última hora (como el gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle), saldrá el candidato para 2018.
Apoyo a las reformas
El apoyo del PAN a las reformas estructurales del PRI tampoco le favorece de cara a estos comicios. La jugada suponía un volantazo al centro del tablero político, en busca de un espectro más amplio de votantes. Pero el plan tenía goteras. Los cambios sobre el papel del Gobierno no terminan de arrancar. Muchos no entienden que Madero extendiera a Peña Nieto un cheque en blanco cuando el PRI había obstaculizado en el Congreso las propuestas del PAN durante sus años en el Gobierno.
El partido, de tradición católica y con unas bases militantes surgidas de la clase media mexicana, puede agarrarse a un mal menor: sus rivales también llegan al 7 de junio muy debilitados. El PRI arrastra la crisis del caso Iguala y las sospechas de corrupción del presidente Peña Nieto y su entorno; y el PRD, de izquierdas, se ha visto involucrado también en la matanza de Iguala y sufre por la marcha de López Obrador. Para Loaeza, los descontentos con la derecha pueden optar por su nuevo partido.
Con este escenario, el PAN peleará por las gobernaturas de Sonora y San Luis Potosí y, según los sondeos internos del partido, tiene opciones de vencer en Michoacán, la región que necesitó de la intervención del Estado para aplacar un estallido de violencia. En la Cámara de Diputados, donde hay en juego 500 escaños, aspiran a conseguir un número suficiente para mantener una representación importante en el escenario político mexicano.
La votación en la que los mexicanos van a escoger 15.832 cargos es la primera prueba para el PAN. A finales de año, las distintas corrientes volverán a medir fuerzas en un congreso interno de donde saldrá un nuevo presidente. Margarita Zavala, la esposa de Calderón, intentará asaltar la dirección, mientras que Madero quiere de dejar a alguien de su confianza. “Ahí el PAN va a definir lo que quiere ser”, dicen desde el partido.
Llegados a este punto, con Calderón en la sombra y Madero débil en caso de conseguir un mal resultado (menos del 25%), las urnas decidirán el domingo si el PAN es una opción para el futuro o si solo es una formación enterrada en el pasado.
Leído en
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/06/04/actualidad/1433370131_579232.html?rel=ult
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