Manlio Fabio Beltrones estaba muy tranquilo, consciente de que absolutamente todo lo que tenía que hacer, hecho estaba.
El viernes atendió las últimas citas, el sábado se sometió a un estudio de rutina de estómago y pasó el fin de semana en casa a la espera del desenlace. Por si acaso, encargó a su equipo que comenzara a pensar las líneas generales del discurso de toma de posesión.
Si la lógica se imponía, él sería el próximo presidente del PRI. La lógica conforme a la combinación del momento, la circunstancia, los personajes a la mano y los tremendos desafíos rumbo al 2018. Pero no habría más lógica que la del presidente Peña Nieto.
Beltrones lo sabía, Aurelio Nuño lo sabía.
Por primera vez en mucho tiempo, el PRI contaba con un par de aspirantes de primera línea. Sólo con una gran torpeza, el Presidente convertiría un problema de éxito en una crisis política.
El Presidente ha jugado bien las cartas.
De no ocurrir algo extraordinario, mañana, el sábado, Beltrones se registrará como candidato a la presidencia del partido. Nadie le hará sombra. Su candidatura será recibida por los priístas con un regocijo parecido a la aclamación. Saben, como se ha propuesto aquí, que es seguramente el político más completo de México. Y pese a lo que esparcen sus adversarios, un hombre de lealtad incondicional, documentable, al presidente Peña Nieto y al PRI. Será el líder más fuerte y simbólico del tricolor desde hace un cuarto de siglo, desde Luis Donaldo Colosio.
Aurelio Nuño no dejó de hacer un minuto sus tareas en Los Pinos. Conocedor de la política en la teoría y la praxis, comprendía los riesgos y costos de las distracciones y excesos en una situación como la que se vivía en el relevo de mando priísta.
Con buena cara, buen ánimo, hizo saber que el Presidente de la República valoraba en verdad la eficacia y lealtad con que Beltrones operó para sacar adelante las reformas, un proceso que difícilmente habría tenido esa fortuna sin las destrezas del sonorense; que el Presidente apreciaba a Beltrones y confiaba en él. El lunes deslizó que, al igual que su jefe Peña Nieto, se tomaría los cuatro días finales de la semana para vacacionar.
Y para que esos cuatro días fueran de Manlio Fabio Beltrones. Sin hacer una mueca, sin expresar una palabra en público, Aurelio Nuño ha elevado su peso y valor. Queda en excelente posición para lo que venga.
Ganó Nuño y Beltrones será un poderoso presidente del PRI cuando asuma el mando.
El PRI respira aliviado. La mesa se ensancha para el tricolor y para el gobierno. La famosa unidad tiene lógica: quien juegue contra Beltrones, jugará contra Peña Nieto.
Tanto para Nuño, tanto para Beltrones, tanto para Peña Nieto.
MENOS DE 140 En los pasillos. ¿Y lo de César Duarte candidato a la presidencia del PRI? Fue una broma. De principio a fin.
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http://www.vanguardia.com.mx/columnas-ganonunobeltronesseraelpresidente-2360687.html
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