jueves, 27 de agosto de 2015

Raymundo Riva Palacio - La verdad de Tanhuato

Desde hace tres semanas hay un debate en la arena pública sobre si en el enfrentamiento en Tanhuato el 23 de mayo donde murieron 42 presuntos miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación, se les dio un tiro de gracia. Esta afirmación, hecha por Carlos Loret en su columna en El Universal, llevó a las autoridades a revivir un episodio que querían olvidar y a reiterar lo que desde el principio Enrique Galindo, comisionado de la Policía Federal, ha asegurado: no hubo ninguna ejecución. Loret ha sostenido su información y las autoridades federales y estatales han trastabillado. La verdad de Tanhuato, es peor de lo que se ha reconocido.

Los peritajes no mencionan tiros de gracia, pero no hay nada que desmienta el espíritu de la acusación de Loret. En Tanhuato hubo una matanza. Más aún, la Policía Federal quiso cubrir el abuso y exceso de su fuerza mediante la alteración de pruebas, el ocultamiento de evidencia y sembrar armas a los presuntos delincuentes, de acuerdo con una investigación de María Idalia Gómez en el portal Eje Central, donde afirma que al menos tres de los abatidos sí tienen disparos en la cabeza. Lo saben el comisionado nacional de Seguridad, Monte Alejandro Rubido y lo sabe Galindo. Si lo desconocen sus jefes, las pruebas están en dos paquetes de fotografías que tomaron los federales y que por error –dado el grado de incriminación-, distribuyeron a los medios.








Tanhuato es un municipio en Michoacán donde está el rancho “El Sol”, en donde se dio el enfrentamiento. Colinda con Tinaja de Vargas, una comunidad de menos de 700 pobladores donde la mayoría de ellos pertenecen a familias de sicarios. “El Sol” figura en los anales de la lucha contra el crimen organizado desde 2005, cuando fuerzas federales desmantelaron una base de operaciones que tenían Los Zetas en Michoacán. Aquél 23 de mayo un convoy de ocho unidades con 41 policías federales realizó un operativo en busca de Nemesio Oseguera, El Mencho, jefe del Cártel Jalisco Nueva Generación, que de acuerdo con fotografías en poder de la PGR, se encontraba en ese rancho.

Cuando pasaron por Tinaja de Vargas, los federales comenzaron la persecución de un vehículo donde notaron armas largas. Tres minutos después llegaron al rancho donde empezó el enfrentamiento, que empezó en la zona boscosa de la propiedad, donde un federal cayó muerto el perforarle una bala de AK-47 el chaleco antibalas. El primer choque duró aproximadamente una hora. Unidades de la Policía Federal que se desplazaron desde Morelia, a unas dos horas y media de Tanhuato, arribaron a el rancho, al igual que un helicóptero artillado BlackHawk, que fue atacado desde tierra con fusiles de asalto y un fusil de alta potencia, el Barrett M82, que no lo impactó.

Fuera del policía federal que murió en los primeros minutos del enfrentamiento, ninguno otro cayó muerto o herido. Rubido aseguró que todos los abatidos dieron positivo en las pruebas de radizonato y sodio y Walker, que probaba que habían disparado armas de fuego. Nunca explicó el porqué, según su propia numeralia, hubo más presuntos criminales con rastros de pólvora, que armas en sus manos.

Rubido y Galindo siempre defendieron el operativo del 23 de mayo. Sin embargo, desde un principio hubo dudas sobre la verdad oficial. Las sospechas tienen que ver con lo que se llama el índice de letalidad. En ese sentido los federales violaron el código de conducta y el documento de los Principios Básicos Sobre el Empleo de la Fuerza y de Armas de Fuego por los Funcionarios Encargados de Hacer Cumplir la Ley. Las evidencias apuntan al aniquilamiento.

El índice de letalidad de la Policía Federal establece un policía muerto por 1.4 agresores; en Tanhuato fue un policía muerto por 42 agresores abatidos. El excesivo uso de la fuerza debe ser una excepción, y cuando no se aplican los protocolos, son consideradas ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias, según los principios y estándares del Derecho Internacional, de donde se puede desprender una responsabilidad directa hacia el Estado.

Lo que sucedió en el rancho “El Sol” tiene dos versiones oficiales. La retórica, dicha por Rubido y Galindo, y la gráfica, que muestran las fotografías. Hay dos paquetes distribuidos por la Policía Federal que revelan lo que hicieron en Tanhuato. Las primeras fotografías que se distribuyeron muestran cuerpos regados por todo el rancho, algunos en ropa interior y sin zapatos, donde no abundan las armas. En el segundo paquete aparecen los mismos cuerpos pero con armas que no estaban previamente en sus manos. Entre las armas que aparecieron figura una Barrett M82.

Cómo llegaron las armas a los muertos no es un misterio. Fueron plantadas. Las fotografías fueron captadas por policías federales una vez que habían tomado el control del rancho y abatido a todos los presuntos criminales. El Ejército, que participó como apoyo perimetral, nunca entró al rancho. De acuerdo con el procurador de Michoacán, Martín Godoy, hay algunos cuerpos que tienen disparos a escasos tres metros de distancia. Eso podrá no ser un tiro de gracia, como denunció Loret, pero para efectos prácticos lo mismo.

Los ejecutaron a corta distancia y, en algunos casos, sin que estuvieran armados. Sembrarles armas y alterar la evidencia es un delito, al que se le debe sumar la ejecución extrajudicial en la que incurrieron al violar reglas, normas y protocolos. Los federales no son inocentes en Tanhuato, ni actuaron conforme a ley, aunque sus jefes digan los contrario.



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