jueves, 27 de agosto de 2015

Eduardo Ruiz Healy - Recordando IV

Estoy vacacionando y absteniéndome estos días de opinar sobre los sucesos nacionales y mundiales. Sin embargo, de mi archivo he elegido artículos que escribí hace más de tres décadas y que curiosamente, cambiando algunos nombres, podría haberlos escrito ayer.

Sobre el tema de los embajadores improvisados opiné el 11 de febrero de 1983 en esta columna que se publicó en el diario defeño El Universal:

“Muchísimos mexicanos se sienten molestos e irritados, si es que no totalmente ofendidos, por el hecho de que el nuevo Gobierno de la República haya nombrado o ratificado como embajadores en otros países o ante diversos organismos internacionales, a muchos de aquellos que ante la opinión pública son, en gran medida, responsables de la crisis económica que cada día parece agravarse más.







“Pese a que algunos prominentes miembros de la familia revolucionaria lo nieguen, varias de las más importantes embajadas y representaciones de México en el extranjero están hoy en día en manos de políticos que entre 1970 y 1982 fueron sumamente poderosos y que nada saben sobre las actividades propias del cargo que ahora ocupan dentro del servicio exterior mexicano.

“Entre los que tienen en sus manos puestos que por elemental justicia deberían pertenecer a diplomáticos de carrera que durante años han servido leal, honesta y eficazmente a la nación, están: Ignacio Ovalle Fernández, Plácido García Reynoso, Rodolfo Echeverría Ruiz, Jorge Espinoza de los Reyes, Augusto Gómez Villanueva, Horacio Flores de la Peña, Jesús Puente Leyva, Francisco López Cámara, Porfirio Muñoz Ledo y, naturalmente, José Ramón López Portillo. A esta lista es necesario añadirle el nombre de José Andrés Oteyza, virtual embajador de México en Canadá.

“Analicemos a algunos de estos quién sabe que tan dignos representantes de México en el extranjero.

“Jorge Espinoza de los Reyes es desde el pasado mes de diciembre el mandamás de la vital embajada mexicana en Estados Unidos a pesar de que jamás en su vida ocupó un cargo diplomático y pese a ser uno de los principales artífices del desastre económico-financiero nacional, ya que como director general de Nacional Financiera de 1977 a 1982 contribuyó a hipotecar al país gracias a los préstamos multimillonarios que obtuvo para su institución durante los cinco años que ocupó el cargo. Nafinsa es hoy en día uno de los organismos del sector público que más adeudos tiene con la comunidad financiera internacional, mismos que los mexicanos deberemos pagar a costa de grandes sacrificios mientras que Espinoza de los Reyes se da la gran vida en Washington, DC. Ignacio Ovalle Fernández es indudablemente uno de los más claros ejemplos de la efebocracia que tanto daño le ha causado al país durante los dos últimos sexenios. Echeverrista de hueso colorado, el exsecretario privado de LEA logró colarse en la administración de José López Portillo como director del Instituto Nacional Indigenista y coordinador general del Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Marginados (Coplamar). Durante los últimos seis años, Ovalle se dedicó a inventar cataplasmas que le costaron millones al país, tal tomo queda demostrado sin lugar a dudas al anunciarse recientemente la desaparición del famoso y oneroso Coplamar.

“Augusto Gómez Villanueva es, curiosamente, licenciado en ciencias diplomáticas a la vez que exdirigente de los campesinos mexicanos. El que en un momento creyó poder ser presidente de la República fue uno de los grandes agitadores agrarios durante el sexenio de LEA y su fortuna es incalculable. Los entendidos afirman que su sucesor, Félix Barra García, fue el chivo que se sacrificó para expiar sus múltiples pecados y trinquetes. Nuestro embajador en Nicaragua nada sabe de diplomacia y gusta de disfrutar de largas vacaciones con goce de sueldo en la Ciudad de México, en donde seguramente se dedica a su pasión verdadera: la intriga y la grilla.

“De José Ramón López Portillo no vale la pena escribir mucho. Baste decir que debe su puesto como embajador ante la FAO a las influencias de su papá, aquel que en una ocasión se refirió a su hijo como ‘el orgullo de mi nepotismo’. Nada justifica que ocupe el hueso que sin sentir la más mínima vergüenza aceptó. Que triste que individuos como los que aquí se han mencionado ocupen cargos que deberían estar en manos de diplomáticos tan honorables y conocedores como son: Jesús Cabrera Muñoz-Ledo (embajador en Australia), Fernando Flores Tejada (embajador en Bolivia), Ricardo Galán Méndez (embajador en Dinamarca) y otros destacados miembros del servicio exterior mexicano que en lugar de dedicarse a la grilla y al trinquete han dado sus mejores años al servicio de México”.

Más de 32 años han transcurrido desde que opiné lo anterior. La ineficiencia de Espinoza de los Reyes quedó demostrada inmediatamente después de los sismos de septiembre de 1985 cuando, como embajador en Washington, rechazó la ayuda que Estados Unidos ofreció para las labores de rescate y ayuda de los miles de damnificados. ¿Cuántas vidas se perdieron por su estupidez?

Pese a los evidentes malos resultados que han dado los embajadores sin experiencia, dentro de algunos días el Senado ratificará el nombramiento de otro improvisado, Miguel Basáñez, a quien el presidente Enrique Peña Nieto ha designado como su embajador en Washington.

Nuestros gobernantes insisten en tropezarse con la misma piedra.

Recodar es vivir…



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Leído en http://criteriohidalgo.com/notas.asp?id=327458

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