Enrique Peña Nieto parece estar contento consigo mismo, siempre. Enrique Peña Nieto dice que el país se mueve, se mueve. Enrique Peña Nieto argumenta (¿qué?) no es necesario cambiar nada, absolutamente nada. Con ello el Presidente demuestra que padece un autismo político -con perdón para los autistas- que alarma y manifiesta todos sus síntomas. Como cualquier autista, ríe sin tener motivos aparentes para hacerlo; actúa como si estuviera sordo; no tiene ninguna apreciación del peligro; habita un mundo propio. Un mundo raro. Un planeta paralelo.
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