Nunca ha sido buena la relación entre la verdad y la política, dijo Hannah Arendt. Desde el comienzo de la historia el sigilo, el engaño, la mentira se han usado para lograr fines políticos. Puede ser cierto: nunca se ha catalogado la sinceridad como una virtud política. Sospecha Arendt que mentira y política nacen del mismo sitio. La acción es, como la mentira, una forma de negar la realidad. Cuando se actúa políticamente se advierte que la realidad puede ser refutada. Dice Arendt: "la deliberada negación de la verdad fáctica-la capacidad de mentir-y la capacidad de cambiar los hechos-la capacidad de actuar-se hallan interconectadas. Deben su existencia a la misma fuente: la imaginación."
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