En su libro Pelando la cebolla, Günter Grass habla del fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando su generación contempló el devastado paisaje de la paz con una mezcla de alivio y desolación. Recién salido de la adolescencia, Grass se encontró en un campo de prisioneros donde mató las horas de hambruna imaginando guisos todavía futuros. En ese sitio precario, ocurrió un curioso acto de supervivencia. Los derrotados integraron una orquesta. Un día, Bach sonó en el campo. La redención había comenzado.
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