Algo se hizo Miguel Ángel Mancera. Y no, no se hizo güey. Bueno, no esta vez. Más bien como que el Jefe de Gobierno está pensando con más claridad en el 2018. Lo que no me queda claro es qué está pensando.
Quienes han visto en estos días a Mancera, comentan que se le ve más suelto, menos acartonado, más sonriente –como si ya fuera candidato– y menos parco –como si ya no fuera abogado. Y esto sólo puede ser por una causa. Bueno, por dos, pero no son horas de hablar de sexo, así que concentrémonos en la política.
La primera opción es que Mancera ya esté preparándose, ahora sí en serio, para buscar la Presidencia de la República en 2018. No se rían. Es en serio que él mismo y su equipo creen que tienen muy buenas posibilidades de ganar. Y no suena descabellado por varias razones. De entrada porque a Enrique Peña le ha ido pésimo y, difícilmente, alguien lo podría hacer peor. Además porque no se ve que la competencia dentro de dos años vaya a estar muy peleada. Vaya, sí habrá y muy cerrada, pero tampoco es como que tengamos a Obama, a Churchill y al Papa de candidatos.
En realidad, los mexicanos llegaremos a las urnas y nos encontraremos con una boleta plagada de nombres dignos de vomitar sobre ellos: desde López Obrador hasta el poblano Rafael Moreno Valle. Debido a esto, es probable que el Mancera Team le esté apostando a que los despistados o los que no viven en la CDMX, vean al resto de los abanderados y lleguen a la conclusión de que Mancera es el menos malo de los malos. Todo esto nos lleva a que, según me dicen, Mancera ya se está preparando para ser candidato. Según estoma, toma clases no sólo de dicción, de postura, de imagen, en general. También estaría recibiendo clases de cómo ser más simpático y saber conectar con la gente. El Mancera que vi el otro día no es el mismo de antes. Este nuevo Mancera parece que sí cree en él y que sí tiene un proyecto de futuro.
La segunda opción es que, finalmente, Mancera se dio cuenta de que nadie lo quiere, que sus índices de popularidad están más bajos que los de un árbitro en la Liguilla y que lanzarse a buscar la Presidencia es sólo perder el tiempo y el dinero de los ciudadanos. Entonces, si ya descartó la idea de ser Presidente, eso explicaría la sonrisa, la pose más relajada y, sobre todo, lo a gusto que se le ve en estos días.
En fin. Sea como sea, tenemos un Mancera nuevo. Sólo espero que no sea como aquel señor que le dijo a su esposa: “soy un hombre nuevo”. Y para demostrárselo, durante todo un mes estuvo sin beber alcohol, sin mirar a otras mujeres y hasta haciendo la parte que le tocaba del quehacer sin remilgos ni protestas. Tanto había cambiado que le dijo a la señora: “Mi vida, esta noche te llevo a cenar. Y ponte algo sexy, que también iremos a bailar”. Su esposa no daba crédito, así que salió corriendo al salón de belleza, se arregló, se maquilló y se puso muy guapa. Encargó a los niños con su mamá, le pidió a una amiga rica un vestido sexy y se sentó en la sala a esperar a su marido. A las 8 de la noche el marido no llegó. Tampoco a las 9, ni a las 10 ni a las 12. Cerca de las 4 de la mañana, el tipo abrió la puerta de la casa y entró arrastrando los pies y las eses. Iba ahogado de borracho.
–Mira nomás cómo vienes, infeliz. ¿No que eras un hombre nuevo?
–Pues sí, mi amor, pero resulta que al hombre nuevo... ¡le encanta el chupe!
¡Nos vemos el jueves!
Leído en
http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/el-nuevo-mancera-1464073239
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