martes, 7 de junio de 2016

Dan T - ¡No te vayas, Manlio!

El líder nacional del PAN, Ricardo Anaya; el perredista Agustín Basave y todos los dirigentes de las tribus del sol azteca; por supuesto Andrés Manuel López Obrador y la gran familia de morenos; todos y cada uno de los candidatos independientes habidos y por haber en las 32 entidades de la República; los partidos pequeños que apenas lograron conservar su registro; y el 75% de los ciudadanos de este país. Todos le piden de la manera más atenta a Manlio Fabio Beltrones que... ¡no se vaya!

En tan solo unos cuantos meses el sonorense logró lo que a muchos mexicanos les costó años: darle en la madre al PRI. La derrota que sufrieron los tricolores el domingo en las elecciones fue tan espectacular como cuando me tomé mi primera selfie en pelotas. Ok, no tanto. Pero sin duda fue un momento de gozo y goce para millones de mexicanos ver la forma en que los caciques priistas que hicieron del poder un reino del terror se despeñaban por el acantilado de la democracia. (¡Ay, güey! Hasta se me encueró el chino, digo, se me enchinó el cuero con esa frase). No sé a ustedes, pero a mí me dio un gusto malsano ver que a personajes como Javier Duarte, de Veracruz; Roberto Borge, de Quintana Roo; y César Duarte, de Chihuahua; se les iba de las manos –como agua– el control de la elección y, sobre todo, de la posibilidad de quedar impunes de todos y cada uno de sus ilícitos.











Claro, falta ver que Miguel Ángel Yunes, Javier Corral y Carlos Joaquín cumplan lo que prometieron. Pero ya habrá tiempo para pedirles cuentas, por lo pronto, hoy se vale disfrutar de la desgracia ajena de esos gobernadores priistas.

¡ES LA EDUCACIÓN, ESTÚPIDO!

Con esto de que hay maestros que todavía hoy se niegan a cumplir con la reforma educativa, el otro día el presidente Enrique Peña Nieto acudió a la escuela Primaria 521 “Héroes de la Magna Maravilla”. Su idea era motivar tanto a los alumnos como a los propios profesores. Dicen que la cosa iba bastante bien hasta el momento en que les preguntó a los niños:

–¿Y qué están estudiando? –¡Las capitales! –respondieron a coro. –¡Uy! Yo me sé todas. Háganme el examen. –¿Canadá? –Coppel –respondió Peña– Coppel, Canadá. –¿Montana? –¡Hannah! Sí, claro: Hannah, Montana. ¿Ya ven? Me sé todas. A ver, otra. –¿Suiza? –Knorr. –¿Washington? –Denzel, Washington. –¿Filadelfia? –¡Queso! Qué chistoso nombre, ¿no creen? Queso, Filadelfia. ¡Qué tontos!

EL DIAGNÓSTICO

México es el país de los diagnósticos. Cada nuevo gobierno que llega, lo primero que hace o, mejor dicho, lo primero en lo que pierde el tiempo es en hacer un diagnóstico “sobre la situación”. ¡Cómo si no supieran dónde diablos está el problema! Y lo peor: como si los gobiernos anteriores no hubieran hecho ya los mismos diagnósticos. Con eso de que los políticos no piensan como la gente normal, creen que es más importante el diagnóstico que la solución. Ojalá todos fueran como ese doctor que recibió al paciente: –Doctor, ¡estoy fatal! Llevo una semana sin dormir ni comer, ¿qué tengo? –Hombre, pues... ¡hambre y sueño!

¡Nos vemos el jueves!



Leído en http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/no-te-vayas-manlio-1465281480



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